En 1368 la dinastía Ming sustituyó a la dinastía Yuan. Una vez fundado su Estado, el Gobierno Central de Ming envió a los funcionarios al Tíbet con el edicto imperial, llamando a los jefes de las tribus tibetanas a someterse a la nueva dinastía. Dicho régimen consiguió la transición pacífica mediante la sustitución de las viejas amnistías y sellos de la dinastía Yuan por las nuevas de Ming, heredando el ejercicio de la soberanía estatal sobre el Tíbet.
En vez de continuar usando el sistema de títulos oficiales de la Yuan, los gobernantes de Ming introdujeron un nuevo sistema de concesión de títulos de funcionarios a monjes tibetanos. El gobierno designó con distintos nombres a los líderes representativos de la administración y la religión locales, otorgándoles sellos y títulos y ordenándoles que gobernaran en sus comarcas respectivas. El traspaso de poder requería de la previa aprobación del emperador, a quien se debía enviar comunicación directa.
Al heredar el sistema de administración de Yuan, el Gobierno Central de Ming creó administraciones locales en el Tíbet para gobernar los asuntos militares y políticos. Los funcionarios militares y administrativos de distintos niveles fueron jefes monacales y laicos tibetanos, cuyo nombramiento, destitución y promoción decidió directamente el Gobierno Central con la concesión de sellos y títulos.
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