Lanzhou, capital de la provincia del Gansu y la segunda ciudad del viaje que recorre la Antigua Ruta de la Seda desde China, es como una perla que brilla a la entrada del corredor de Hexi.

Incluso siendo bien conocida como ciudad industrial, Lanzhou puede alardear de muchos paisajes impresionantes, incluyendo el Gran Corredor Verde a lo largo de la calle de Binhe, las cinco Montañas de la Primavera, la Montaña de la Pagoda Blanca, el Puente de Zhongshan, el Jardín de la Noria de Agua o las esculturas del Río de la Madre, entre otros.

El viaje en Lanzhou empieza con la visita al Puete de Zhongshan, del cual se dice que es el primero del Río Amarillo. A los pies de la montaña Baita, y construido por primera vez durante la dinastía Ming, el Puente de Zhongshan es un símbolo de la ciudad por su aspecto majestuoso y su arquitectura única.

Más adelante, se llega al gran parque de la Noria de Agua de Lanzhou, un parque temático dedicado a la cultura del Río Amarillo. El parque reproduce escenas de la historia y la cultura surgidas en torno al río, en particular el desarrollo de la cultura de cultivos por irrigación. En medio del parque, una estatua de Duanxu, padre del artilugio, se levanta en medio de numerosas dispositivos hidráulicos. También se encuentran en el parque, además, numerosas estatuas de arcilla que representan las especialidades típicas de Lanzhou.

Entre las especialidades culinarias, tenemos en primer lugar los fideos con ternera de Lanzhou, que es el plato local más famoso. Su origen se remonta a la dinastía Qing, y se ha extendido por toda China, convirtiéndose en un plato muy popular. Los cinco ingredientes fundamentales del plato son: un caldo claro, rábano blanco, pimiento rojo, alcaravea verde y fideos amarillos.

Teniendo en cuenta que la rosa es la flor simbólica de la ciudad, vale la pena continuar el viaje hasta el distrito de Kushui, donde florecen hermosas rosas que se usan para elaborar platos y bebidas. La vista de los jardines de rosas rojas, enmarcados por un hermoso cielo azul y las montañas amarillas al fondo, es un regalo para los ojos, y el intenso aroma que desprenden lo es desde luego para el olfato.

Los habitantes de la zona pueden confirmar que mayo es la estación exacta para las rosas, que son muy populares tanto entre los locales como entre los extranjeros y se han convertido en una de las joyas con las que la ciudad se presenta al exterior.

Dado que el tiempo, a pesar de lo que sugiere este paisaje de cuento de hadas, no es eterno, es necesario seguir el viaje. Pero la corta estancia en Lanzhou, una ciudad tolerante y apacible, muy hospitalaria, en la que se puede disfrutar de deliciosas y baratas comidas y de las excelencias de un sistema moderno de transporte, deja una agradable impresión en los visitantes.