El desarrollo de la cultura nativa de la étnia tibetana
     
 

Prólogo

China es un país unificado con numerosas etnias. Miembro de la gran familia de la nación china, la etnia tibetana ha creado y desarrollado una espléndida cultura con rasgos propios en el curso de una larga historia caracterizada por el continuo intercambio y la interpromoción con las otras etnias, y la amalgama y la simbiosis con su cultura. La cultura de la etnia tibetana sigue mostrándose como una brillante perla engastada en la cultura no sólo china, sino mundial.

En su origen, la cultura nativa de la etnia tibetana estuvo formada por la cultura Tubo, que se extendía por el valle del río Yalong, en el curso medio de la cuenca del río Yarlung Zangbo, y la antigua cultura Shang-Shung, que floreció en la parte occidental de la meseta Qinghai-Tibet. En el siglo VII, durante el reinado de Songtsen Gampo, el budismo empezó a introducirse en el reino Tubo procedente de las planicies centrales de China, la India y Nepal. En su lenta evolución, el budismo fue adquiriendo características propias, proceso que culminó con la formación del budismo tradicional tibetano. Al mismo tiempo, el desarrollo de la cultura tibetana estuvo sometido al poderoso influjo de las culturas india y nepalesa de Asia meridional, de las culturas persa y árabe de Asia occidental, y, sobre todo, de la cultura de la etnia han de las planicies centrales de China. A lo largo de su proceso de desarrollo, la arquitectura y las artes plásticas como la escultura, la pintura, la decoración y la artesanía, así como la música, la danza, el teatro, el idioma, la literatura escrita, la literatura folklórica, la medicina y la farmacología tibetanas, la astronomía y el calendario han alcanzado un nivel alto en Tibet .

Por motivos históricos, el Tibet se convirtió en un régimen político local de servidumbre feudal, caracterizado por la fusión de las autoridades religiosas y las políticas, y por la concentración del poder en manos de un exiguo grupo de monjes y aristócratas de altas jerarquías. El budismo tradicional tibetano ocupó durante un período bastante largo un lugar hegemónico en la cultura tibetana. Esta situación se prolongó hasta 1959, año en que comenzó la reforma democrática. Durante ese período, un reducido grupo de monjes de las altas jerarquías monopolizó los medios de producción, la cultura y la educación. Los círculos culturales y artísticos estaban al servicio exclusivo de dicho grupo y de los altos funcionarios. Los siervos y los esclavos, que constituían el 95% de la población tibetana, vivían sumidos en la extrema miseria. Ni su fundamental derecho a la subsistencia estaba garantizado, para no hablar del derecho a disfrutar de la cultura y la educación. Además de frenar el avance de las fuerzas productivas, la prolongada vigencia de esa servidumbre feudal que imbricaba lo político con lo religioso provocó el autoaislamiento y el encogimiento de la cultura tradicional tibetana en algunas de sus facetas, como la de las reliquias culturales y la de los santuarios religiosos. En esa zona no existían las correspondientes ramas modernas de las ciencias, la tecnología, la educación y la cultura.

Desde la fundación de la República Popular China, el Gobierno Popular Central viene prestando suma atención a la protección y el fomento de la excelente cultura tradicional de la etnia tibetana. En 1951 el Gobierno Popular Central y el gobierno local del Tibet firmaron el "Convenio de 17 artículos" sobre la manera de liberar el Tibet pacíficamente. En dicho convenio se estipulaba claramente el "desarrollo paso a paso de la lengua, la escritura y la educación escolar de la etnia tibetana en conformidad con la situación concreta del Tibet". En 1959, el Tibet, con el apoyo del Gobierno central, emprendió la puesta en práctica de la reforma democrática, la abolición de la servidumbre feudal, la manumisión de millones de siervos y esclavos, así como la aplicación gradual del sistema de autonomía regional étnica. Todo ello marcó el inicio de una nueva etapa en el desarrollo social y cultural del Tibet. A partir de entonces, la cultura tibetana dejó de estar monopolizada por unos pocos monjes y nobles feudales, para entrar a formar parte de la herencia cultural de todo el pueblo tibetano, que, tras tomar posesión de ella, la ha desarrollado conjuntamente.


Durante estos últimos 40 años, de acuerdo con las estipulaciones de la Constitución y la Ley de Autonomía Regional Etnica, y a fin de satisfacer la exigencia del pueblo tibetano de gozar de un nivel de vida material y espiritual más elevado, el Gobierno Popular Central y el gobierno popular de la región autónoma del Tibet, al tiempo que impulsaban el desarrollo social y económico de esta región, han invertido numerosos recursos humanos, financieros y materiales, y han adoptado múltiples medidas legales, económicas y administrativas para proteger y dar mayor brillantez a la esplendorosa cultura tradicional de la etnia tibetana e implantar y desarrollar de forma decidida la ciencia, la cultura y la educación modernas, cosechando éxitos que han polarizado la atención mundial. Dueño de esta nueva época, el conjunto del pueblo tibetano se erige en heredero, impulsor y beneficiario de su cultura tradicional, y crea una cultura y una forma de vida civilizada y moderna, propiciando así la llegada de una época de prosperidad y desarrollo de la cultura tibetana sin precedentes.

I. Estudio, uso y desarrollo amplios de la lengua tibetana
II. Preservación eficaz y utilización activa de reliquias históricas y libros antiguos
III. Respeto y protección de las costumbres y de la libertad de creencia religiosa
IV. Preservación, transmisión y fomento del arte y la cultura en todos sus aspectos
V. Pleno desarrollo de los estudios tibetanos y renovado esplendor de la medicina y la farmacología tibetanas
VI. Salto adelante histórico de la educación popular
VII. Acelerado desarrollo de la prensa, la edición, la radiodifusión, el cine y la televisión
VIII. Conclusión