El paso por la cirugía estética de He Zhen fue rápido y sencillo. Un día su madre vio un anuncio de una clínica de cirugía estética en un periódico de Shanghái, y se convenció de que un par de ojos al estilo occidental ayudarían a su hija de 28 años a encontrar finalmente un marido adecuado. Sin pensárselo dos veces reservó cita para la operación de su hija, que costó unos 290 dólares.

Después de dos semanas de recuperación, se hizo realidad el mayor sueño de He Zhen, que no era encontrar marido, sino que se le presentó una oportunidad de trabajo en un banco en Gran Bretaña.

Ella es solo una de las muchas chicas chinas que pasan por los bisturíes de las clínicas de estética para adecuar sus párpados, narices o pechos al modelo de belleza imperante, con la esperanza de mejorar sus posibilidades de encontrar un buen trabajo y un buen esposo.

Según el periódico coreano ‘Chosun Ilbo’, en los últimos años se han ido incrementando los casos de mujeres chinas que se desplazan a Corea del Sur para ser intervenidas en clínicas de estética. Algunos de estos centros disponen, incluso, de una planta especialmente dedicada a las clientas chinas. Estas adictas a la belleza pertenecen a familias de clase alta con el poder adquisitivo suficiente para poder permitirse estos viajes que, además de cirugía, acostumbran a incluir copiosas compras de productos de moda, joyería y maquillaje.

De acuerdo con la Asociación Internacional de Cirugía Plástica (ISAPS), China ya está a la cabeza de Asia en cuanto a volumen de operaciones de estética, las cuales suponen un 12,7 por ciento del total de operaciones del mundo, cifra solo superada por Estados Unidos y Brasil.