El periódico norteamericano ‘The Wall Street Journal’ publicó hace unos días el artículo “Las mujeres chinas, ¿Demasiado exigentes?”. En él se analiza la estrecha relación entre dinero y amor, tema que, en la sociedad china, y especialmente para las generaciones mayores, sigue siendo tabú.

Como muestra, un programa de citas de una televisión provincial, ‘Feicheng Wurao’, en el que se discutía abiertamente de las pertenencias materiales de los candidatos creó mucha controversia en la sociedad china.

En China, durante el fin de semana los parques se llenan de actividad con todo tipo de citas, incluidas las que mantienen los padres de distintas familias para intercambiar fotografías y información de sus hijos e hijas solteros. Los elementos a tener en cuenta en la búsqueda de yerno o nuera incluyen: edad, altura, salario, profesión y, en el caso de los chicos, la posibilidad de comprar un apartamento. Este último requisito es uno de los principales motivos por los que una mujer china puede rechazar una oferta matrimonial.

Según Li Leng, trabajadora de una agencia matrimonial de Shanghái, “Actualmente en China hay la creencia de que para casarse se debe poseer un inmueble, cosa difícilmente asequible para muchos. Antes de los años ochenta la casa era proporcionada por la unidad de trabajo, es decir, por el gobierno”.

Mike Zhang está convencido de que es un buen novio: sabe pedir comida en un restaurante italiano, puede preparar un delicioso cóctel Margarita y, además, se ofrece voluntarioso a llevar el bolso de su chica. Pero esto parece no ser suficiente en China, ya que el salario de este guía turístico y traductor no es suficiente para comprar un apartamento en el estratosférico mercado inmobiliario de Beijing.

Su última novia rompió con él después de dos años de relación por no estar dispuesta a desperdiciar más tiempo. Su caso no es excepcional. Después de romper con su novia, Zhang decidió empezar a ahorrar con esperanzas de poder comprar un piso en un futuro no muy lejano. Pero lo que más desea es encontrar una novia que lo valore por su manera de ser y no por sus pertenencias.