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La madrastra de Simpson restringió estrictamente la dieta de los niños. Según Simpson, siempre robaba la comida guardada por su madre en el armario de la cocina.
Con el tiempo transcurrido, Simpson empezó a preocuparse por su peso y tomó medicamentos. Su peso se redujo en casi 70 kilos entre los 14 y 18 años.
Sin embargo, Simpson no estaba alegre por la pérdida de peso. “Sufro mucho controlando la dieta, es que siempre pienso en comida”.
Después de graduarse, Simpson tuvo un puesto de trabajo en una oficina. Como ella dice, no necesitaba “mantener la unanimidad” con otras chicas. “Cuando recuperé mi peso, me sentí mejor. Eso es lo que debía ser.”
A los 19 años de edad, se encontró con su primer marido, quien era cocinero en un restaurante de bistecs y siempre le traía algo para comer al salir del trabajo.
“Cuando trabajaba por la noche, al salir del restaurante a las 2 o las 3 de la madrugada, me traía distintas comidas. Nos acostábamos tarde, comiendo bistec, puré de patatas y sopa de mantequilla y carne”.
“Mi peso creció rápidamente y a mi marido le gustaba. Decía que cuanto más gorda estaba, más sexy, y eso me hacía estar más contenta”.
A los 27 años de edad, el peso de Simpson llegó a 159 kilos.
Cuando fracasó su primer matrimonio, Simpson buscó consuelo comiendo.