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Xiamei, pequeña población enclavada en las montañas, seis kilómetros al este de la ciudad de Wuyishan, en la provincia de Fujian al sudeste de China, ha sido considerada a lo largo de la historia como el punto de partida de la Antigua Ruta del Té. Hoy en día es honrada también por otros dos motivos: por ser parte del centro vacacional de la montaña de Wuyi, un lugar Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la Humanidad; y por tener el reconocimiento de uno de los pueblos chinos de importancia histórica y cultural. Una visita reciente nos revela el porqué.
Un día de otoño, a finales de septiembre, salí de la estación de trenes de Wuyishan, contraté un minibús y me dirigí a la población de Xiamei. Como no existen medios de transporte que comuniquen la urbe de Wuyishan con Xiamei, el minibús privado, que cuesta unos 20 yuanes (unos 3$ o 2€) es la mejor opción. Si no hay prisa, se puede esperar a que el conductor consiga otros cuatro pasajeros. Normalmente, el conductor cobra cuatro yuanes por persona. De hecho, este es el medio que los habitantes de Xiamei utilizan para moverse desde y hacia la ciudad.
Bajo el sol abrasador, el minibús realiza el trayecto hacia Xiamen a empujones. Al oír el murmullo del correr del agua del río a la entrada del pueblo, me relajo de golpe, como si de repente el aire se volviese fresco. En una muralla de piedra, un descolorido eslogan traducido como “La producción de grano como indicador de resultados” permanecía solitario, como una vieja gloria y envejecido actor en un escenario abandonado. No muy lejos de allí se encuentra el Puente del Antepasado que cruza el río Dangxi, que transcurre a lo largo del pueblo. El puente fue construido por gremios locales para honrar a los fundadores de las antiguas profesiones. El puente original fue demolido durante la Revolución Cultural y es ahora una estructura de madera de dos pisos desde donde sobresalen cuatro aleros. Aquí, uno puede imaginarse a los carpinteros modelando la madera con hachas, a los herreros martilleando en los talleres y los remeros cantando al unísono… Estas antiguas profesiones están a punto de desaparecer por el paso del tiempo. El Puente del Antepasado es quizás el único vestigio que queda de la antigua prosperidad del pueblo.
El río Dangxi fluye apaciblemente de oeste a este, dividiendo en dos la población. A lo lardo del antiguo camino adoquinado de la población todavía se conservan más de 30 viviendas que datan de la Dinastía Qing (1644-1911). Tanto las añejas estructuras de paredes blancas y tejas negras, así como las puertas formadas por torres, vigas de metal y ventanas decoradas con magníficos ladrillos, maderas o piedra tallada, me recuerdan los paseos por las viejas calles en las regiones acuosas del sur de China.
Levanto la vista y veo a una bella muchacha, cuya cabeza asoma por una ventana. Unas cuantas jóvenes recogían hojas de té a lo largo de la ribera. Dicha escena reflejada en el agua recordaba a un óleo impresionista. Al caer el sol, un grupo de mujeres que recién habían lavado sus ropas en la ribera, conversaban de camino a casa, inundando el aire con sus alegres carcajadas.
Los locales construyeron largos bancos con tablas de madera contra las balaustradas a lo largo del río, y les dieron un nombre poético que reza: “El respaldo de la belleza”. Aquí es donde los habitantes del pueblo se toman un descanso, charlan y beben té en sus ratos libres. En esta tarde caliente, sin embargo, me he cruzado con muy poca gente. Hasta los patos se escondían en la sombra de un puente de piedra que yace sobre el río Dangxi. Paseando a lo largo de la calle de la ribera, me encontré con tres perros que dormitaban en el suelo. Al oír pasos de extraños, apenas si abrieron los ojos, casi a regañadientes, y ni siquiera se molestaron en mover sus cabezas.
Me quedé en la pensión de Xianmei, el único hotel y el edificio más alto del pueblo, además de ser la única estructura de ladrillo y hormigón que se encuentra a lo largo del río Dangxi. A pesar de haber sido construido en el 1998, el hotel mantiene el estilo arquitectónico de las dinastías Ming (1368-1644) y Qing, e impregnando de él todo el pueblo. A partir de 1999, año en que la montaña Wuyi fue inscrita en el Listado del Patrimonio de la Humanidad, las estructuras de nueva construcción han de atenerse a los procesos oficiales de aprobación de diseños para preservar el aspecto y encanto original del pueblo
Al adentrarme en el hotel, se me nubló la vista por el cambio de luz. En aquel momento, no veía nada aparte de una extensión totalmente roja. Poco después, mis ojos empezaron a aclararse y pude ver que la extensión roja que veía eran en realidad 20 jarras de vino de bayas que había en el mostrador. Acto seguido aparecieron ante mis ojos los productos locales que allí tenían a la venta, como licor o infusión de serpiente, té, setas, y brotes de bambú en botella, tonel o bolsa de plástico. Los residentes locales mantenían la tradición de la producción artesanal de vino de bayas. Cada Mayo, cuando las bayas maduraban, los locales reunían los frutos silvestres que recogían de las montañas y con ellos hacían vino. Las bayas silvestres, que resultan demasiado ácidas al comerlas directamente, añaden sin embargo un sabor especial al vino.
El Templo Ancestral de Zou, la mayor edificación del pueblo, se encuentra cerca del hotel. A pesar del azote de los elementos durante más de un siglo, las bestias míticas talladas en ladrillo, sentadas sobre los caballetes que sobresalen del techo, todavía protegen el viejo patio y, junto a las exquisitas piezas talladas sobre ladrillo, que decoran la torre de entrada, recuerdan al visitante la gloria y honor antiguas del clan Zou.
Construido en 1970, en el año 55 del reinado del emperador Qianlong de la Dinastía Qing, el templo es una estructura de ladrillo y madera que ocupa un área de más de 200 metros cuadrados. Enfrente de la entrada se encuentra un poste de piedra, en el pasado usado para amarrar los caballos de los descendientes que llegaban para venerar a sus antepasados.
En el templo se consagran estelas e inscripciones de las normas familiares, así como las anales del templo. La sala principal está flanqueada por dos edificios laterales. El segundo piso del salón principal era el lugar donde se representaba la ópera. El pasillo situado enfrente del salón tenía un diseño particular, y estaba soportado por arcos de madera, utilizados a veces para colgar linternas. En el patio hay un pequeño caño para expulsar el agua de lluvia en forma de antigua moneda china, ahora cubierto de musgo.
En el norte de Fujian, durante la Dinastía Qing, el clan Zou fue conocido por sus extraordinarias riquezas. Según las Anales revisadas del condado de Chong’an, en el año 19 del reino del Emperador Kangxi de la Dinastía Qing, la población de Xiamen, en el condado de Chong’an estaba llena de mercados de té y cada día 300 balsas iban y venían transportando hojas de té desde otros lugares. Todos los mercaderes locales pertenecían al clan Zou.
Xiamei fue antaño el punto de partida de la antigua ruta del té, que se extendía del norte de Fujian hasta Moscú. En el pasado, muchos mercaderes venidos de la lejana y norteña provincia de Shanxi viajaban hasta aquí para comprar hojas de té y transportarlas hacia el norte, a través de Guangxi, y finalmente llegar a Europa cruzando a través de las fronteras entre China y Rusia. Hoy en día, el pueblo no está tan animado como antaño, y tan sólo las viejas residencias que quedan en pie nos recuerdan su prosperidad pasada.
Al final del pueblo hay una tienda de antigüedades que, durante el reinado del Emperador Qianlong fuera un templo en honor a Mazu, la diosa de los mares. Durante la Dinastía Qing, el transporte fluvial prosperó en la zona gracias al ajetreo del comercio del té. Como lugar de plegarias para la protección de los dioses, el gremio de los marineros recaudó fondos para el templo. En aquellos días, el templo también funcionaba como lugar de descanso, también para cenar, para remeros. Así, cada día docenas de remeros comían aquí. Hoy en día, el propietario todavía canta algunas de las canciones de trabajo que cantaban los remeros. Las aprendió de sus mayores cuando era un niño.
Durante los días que pasé en el pueblo, aprendí la manera en que bebían el té los locales. En mi tiempo libre, a menudo me relajaba con una taza de té en la mano, respirando la fuerte flagrancia que se desprendía de la taza, en forma de remolino. Los locales, al beber té, normalmente sostienen la copa con tres dedos. El movimiento es conocido popularmente como “los tres dragones que protegen el recipiente.
Al familiarizarme con la gente que allí vivía, aprendí las leyendas locales. Muchos de los cuentos eran ficción, pero conferían un ambiente de intriga a la población. El más conocido trata sobre Zou Maozhang, fundador del clan local Zou. Según la leyenda, Zou, nacido de una pobre familia, se ganaba la vida como trabajador ambulante. Un día, al llegar al condado de Chong’an, se quedó profundamente dormido bajo un ciruelo a causa del hambre y cansancio irresistible que le invadían. En su sueño, vio un pueblecito de cuento de hadas a través del cual fluía tranquilamente un riachuelo, cuyas orillas estaban cubiertas de ciruelos en flor. Al despertar, alguien le dijo que el pueblo era Xiamei. Zou llegó al pueblo, donde posteriormente se casaría con una doncella que servía a la familia de un noble local. Mediante una pieza de oro que su mujer robó al noble como su capital inicial, Zou empezó su negocio y finalmente se convirtió en un rico mercader.
No espero tener tanta suerte como Zou. Sin embargo, en mis propios sueños volveré a visitar ese pueblo situado en el río, un lugar tranquilo, apartado de todo, entre los ciruelos en flor.
Consejos para el viaje:
Transporte:
El pueblo de Xiamei se encuentra situado a seis km al este del centro de Wuyishan, en la provincia de Fujian, a ocho km del centro vacacional de la montaña de Wuyi. Los visitantes pueden llegar a la ciudad de Wuyishan en tren o avión. No existen medios de transporte desde la ciudad de Wuyishan a Xiamei. Los viajeros en grupo pueden tomar el bus turístico que ofrecen las agencias de viajes. Los que vayan solos pueden alquilar un minibús por 20 yuanes (unos 3$ o 2€), o esperar a que el conductor encuentre otros cuatro pasajeros, con lo que el precio se reduciría a 4 yuanes por persona.
Alojamiento:
Xianmei Guestroom es el hotel del pueblo, con habitaciones estándar a 50 yuanes la noche (7.5$). Desde lo alto del balcón situado en el tercer piso del hotel, se puede disfrutar de la vista panorámica del pueblo.
Comida local:
Estofado de pato con setas rojas, alubias en conserva, jabalí frito con pimiento verde picante, pescado de río frito, tallos de bambú fritos y vino de bayas casero.