Fotos del día Arte y Cultura Moda |
Escríbanos |
Un emperador de la dinastía Ming escogió la pintoresca Montaña de Plata en los alrededores de Beijing como localización para su tumba, pese a la ira que levantó entre los locales. En un esfuerzo por evitar que la tumba fuera construida, los residentes de la zona rebautizaron sus pueblos con nombres oscuros y aterrorizadores, como “pueblo de fantasmas” o “pueblo de la sangre”, con la esperanza de asustar al emperador.
Hoy en día, sin embargo, el lugar es uno de los lugares de interés más emblemáticos de Beijing, situado a unos 30 kilómetros al noreste del distrito de Changping. A parte de la obligatoria visita a la Gran Muralla, los turistas que escogen Beijing como destino rara vez se pasean más allá del segundo anillo, aunque la municipalidad de la capital china abarca más de diez mil kilómetros cuadrados.
Si uno hace el esfuerzo de explorar otras partes de la ciudad, encontrará montañas al norte y al oeste, reservas naturales, balnearios, pueblos adormilados y templos fascinantes esperando ser visitados.
El área alrededor de las Tumbas Ming queda cubierta en invierno por la nieve, dándole a todo el conjunto un tono plateado al que la montaña, cuyo pico más alto alcanza los 727 metros, debe su nombre.
El lugar fue en la antigüedad, además, el emplazamiento de un famoso santuario budista del norte del país. Algunos de los templos más antiguos de la zona fueron construidos durante la dinastía Tang (618-907 D.c.) y las pagodas fueron restauradas posteriormente durante las dinastías Liao (916-1125 D.c.) y Jin (1115-1234 D.c.), lo que les confiere una antigüedad de al menos 900 años. Se cree que en un tiempo las montañas acogieron más de 70 templos, siendo el mayor de ellos el templo de Fahua, construido en 1125, durante la dinastía Jin.
Los excursionistas pueden disfrutar aquí de largos paseos, a través de canteras y ermitas, antes de explorar las famosas cinco pagodas de 300 años de antigüedad. A mitad de camino en la subida a la montaña, uno ya puede hacer sonar la enorme campana que acoge uno de los numerosos pabellones, y que era utilizada por los monjes para avisar a las monjas de que podían recoger sus ropas para ser lavadas. El paseo completo puede hacerse en aproximadamente tres horas.