Una vez hecha la masa, después de dos largas rondas de masajear y despertar, viene el mayor desafío de pasarla al vapor, clave para el resultado del sí o no del sabor del mantou.
Para recrear el gusto original, Lin creó en el suburbano de Beijing un taller con un tradicional hogar de leña y una olla tan grande que uno puede bañarse adentro.
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