Por otro lado, otros factores que inciden de forma crucial sobre la expansión de la enfermedad, como son la insalubridad y los deficientes controles realizados sobre la sangre usada en las transfusiones en muchos hospitales provinciales, que deberían ser considerados objetivos prioritarios de la lucha contra el SIDA por parte de las autoridades, han sido sin embargo rechazados durante años como posible causa de transmisión de la enfermedad. Los escándalos que se produjeron en la década de los noventa al descubrirse que muchos de los infectados en las zonas rurales del país, como Henan, Hubei, Sichuan, Guangxi o Guangzhou, habían contraído el virus a través de transfusiones de sangre infectada de VIH realizadas en hospitales locales, no habían sido nunca admitidos hasta que hace pocos años un hospital de la provincia de Hubei reconoció el contagio de un total de 80 pacientes por esta vía entre 1996 y 1997, y la verdad es que las denuncias siguen estando sin investigar en la mayoría de los casos.
Este primer reconocimiento, así como la concesión de indemnizaciones a los afectados más de una década después de lo sucedido, es un indicador de que algo en la actitud hacia la enfermedad y el sentido de responsabilidad hacia las víctimas está cambiando en China. El sufrimiento y el olvido que siguen padeciendo tantas otras víctimas con menos suerte, y la insuficiente precaución y dotación de medios que aún existe a la hora de garantizar que no se repitan este tipo de errores, de cuya subsanación depende en gran parte que se consiga frenar el rápido avance de la infección en el país, indica que este cambio se encuentra aún en un estado muy incipiente. En este sentido, China sigue siendo, y lo era mucho más en la década de los noventa, un país que aún se encuentra en el camino hacia el desarrollo, por lo que este tipo de equivocaciones resultan a ojos de todos, si bien indeseables, también comprensibles. Aún así, si bien estos descuidos pueden llegar a ser vistos como justificables, nadie aceptará como justificable sin embargo su ocultación, y que las autoridades asuman la responsabilidad sobre ellos es imprescindible. En cualquier caso, si China quiere ganarle la carrera al SIDA, tendrá, como muchos otros países hicieron antes, que empezar a correr más rápido que la enfermedad, y además ha de hacerlo sin duda en todos los frentes posibles.
