7. Estatua de bronce de Serclaes, Bruselas, Bélgica
En 1356, el ciudadano Everard ‘t Serclaes, residente en Bruselas, ganó reputación nacional por salvar a su pueblo de un ataque. 600 años después, su estatua sigue aumentando el valor de la ciudad, pues se dice que trae suerte y cumple los deseos de todo aquel que la manosea. Turistas de todo el mundo frotan la imagen. Este constante contacto, con el paso del tiempo, es la causa por la que esta parte de la obra ha quedado pulida y brilla más que el resto.
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