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Ashanti y su madre
Ashanti Elliott Smith, de 7 años, vive cerca de la ciudad inglesa de Brighton. Nació en mayo de 2003, y con un peso de 2,55 kilogramos parecía un bebé normal y sano.
Sin embargo, tres semanas después de nacer, su cuerpo empezó a sufrir calambres. Sus padres le llevaron al hospital enseguida, y a pesar de que el médico le hizo una serie de pruebas, no pudo descubrir ninguna enfermedad.
En los meses siguientes, sin embargo, la salud de Ashanti siguió empeorando cada vez más, y antes de su primer cumpleaños los expertos del hospital infantil Gran Ormond de Londres fueron finalmente capaces de diagnosticar que la niña sufría una enfermedad conocida como la progeria de Hutchinson-Guilford.
La madre de la niña, Phoebe, comenta que “la noticia me sorprendió tanto que me desmayé. Al volver en mí, el médico me dijo que debíamos cuidar de Ashanti como de una anciana.”
Según los médicos, la progeria está provocada por un defecto en los genes, aunque no es una enfermedad hereditaria. Por ejemplo, la hermana de Ashanti, Brandy Lou, de 4 años, no tiene esta enfermedad. Además, es una enfermedad muy rara, especialmente entre los niños, de la que sólo se conocen 52 casos en todo el mundo, mientras que Ashanti es uno de los dos casos que se han registrado en Inglaterra.
Un niño que padezca la enfermedad parecerá normal recién nacido, y empezará a desarrollarla alrededor de un año después de nacer, cuando se acelera su proceso de envejecimiento, y empiezan a aparecer problemas típicos de ancianos, como la calvicie, la artritis, el endurecimiento de las arterias y las enfermedades cardiacas.
Por eso, en los últimos años, Ashanti envejece a una velocidad ocho veces superior a la de una persona normal, y a los 7 años, Ashanti ya tiene la apariencia de una persona de 60. Además, los médicos señalaron que cuando Ashanti tenga 10 años, su cuerpo corresponderá al de una anciana de 80.
La valiente niña siempre lucha contra la enfermedad, incluso va a la escuela como los demás niños, aunque, desafortunadamente, los enfermos de progeria tienen una vida de tan sólo 13 años de promedio. Por eso, sus padres han abandonado su trabajo y dedicado todo su tiempo a acompañar a su hija.