En los viejos días, el código
derivado del sistema de esclavitud que había perdurado más de mil
años desde el periodo del Reino de Tubo dividía a la población en
tres clases, cada una de tres rangos. Clasificadas en el último
rango, se prohibía a las mujeres y los esclavos participar en los
asuntos militares y políticos y las mujeres no tenían oportunidad
de trabajar fuera del hogar ni ser funcionarias públicas. Más del
95% de las mujeres tibetanas eran analfabetas. Algunas ni sabían
decir cuántos años tenían. La servidumbre cruel embotaba el talento
de las mujeres. Es más, el matrimonio feudal les causaba muchas
tragedias. El matrimonio de los siervos era decidido por sus
propietarios. La mujer era un instrumento parlante y, una vez
casada, era esclava del propietario de su esposo.
En los más de 40 años pasados a raíz
de la fundación de las región autónoma, muchas mujeres han
aprendido una a tres técnicas de producción. Hoy en el Tíbet se han
desarrollado más actividades de producción en lugar de la sola
agricultura tradicional. Las alfombras y tapices de encanto étnico,
confeccionados por las mujeres tibetanas, se exportan a Estados
Unidos, Canadá, Finlandia y otros países.
Hoy día, las mujeres del Tíbet, lo
mismo que las de otras partes de China, gozan de derechos iguales
juntos con los hombres. Estos derechos comprenden el derecho
político, el derecho a la cultura y la educación, el derecho al
trabajo, el derecho a la propiedad, el derecho personal y el
derecho al matrimonio y la familia. En la actualidad, los tibetanos
y ciudadanos de otras minorías étnicas representan el 74,9% de los
funcionarios públicos de la región y las mujeres constituyen más
del 30% del total. Todos los dirigentes principales de las
asambleas populares, los gobiernos y los comités de la CCPPCh de
diversas instancias en la región son tibetanos, y también hay
funcionarios tibetanos en los órganos y departamentos estatales de
nivel nacional. Los tibetanos y ciudadanos de otras minorías
étnicas forman el 70% de los funcionarios dirigentes del Tíbet a
niveles de región autónoma, prefectura/municipio y distrito, y más
del 60% del contingente de científicos y técnicos de la misma
región.
Junto con la elevación de su status
en la vida política y económica, las mujeres del Tíbet han mejorado
de continuo su status en el hogar. El libre matrimonio basado en la
voluntad propia y el amor y el sistema de monogamia han devenido la
aspiración común de las mujeres. A fin de cuentas, éstas se han
convertido en una fuerza indispensable para la construcción de un
nuevo Tíbet socialista.
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