Cuando uno sale del Aeropuerto Gonggar de Lhasa, le recibe un cielo azul moteado de nubes blancas como un enorme cartel de publicidad que dijera: “Usted está ya en el techo del mundo”. El Tíbet difiere en paisaje de zona a zona y de estación a estación, pero siempre reinan el aire puro, el paisaje hermoso, una rica cultura étnica y una densa atmósfera religiosa. Avanzado el otoño, este reportero viajó más de 20 días por la ciudad de Lhasa, la prefectura de Xigaze y la prefectura de Nyingchi, donde tomó más de mil fotografías, reteniendo muchas imágenes en su mente.