I. 
 
II. 
 
 
  IV. 
 
V. 
 
VI. 
 
VII. 
 
 

 
V. Impresi�n del pintor Gong Xiangci
 

    Era una tarde soleada en Lima, capital del Per�, y est�bamos sentados en el despacho del Sr. Gong Xiangci, Presidente de la Junta de Directores de la Agencia de Viajes Sal�n. Los grandes ventanales de suelo nos separaban de la calle y los televisores de fuera donde los fan�ticos del f�tbol estaban mirando absortos la Copa Mundial y lanzando v�tores ensordecedores.

    La lejan�a es un hechizo tentador. Yo sospechaba que eso era lo que Gong se dec�a para sus adentros. Antes de dejar China, era pintor de la Asociaci�n de Literatura y Arte de la Provincia de Fujian, miembro de la Redacci�n y redactor de arte de la "Literatura de Fujian" y de las "Selecciones Literarias de Taiwan y Hong Kong". Ocupado como estaba, a veces incluso ten�a que salir a medianoche a alg�n cruce de rieles para producir croquis para el Diario de Fujian. Sin embargo, no pod�a reprimir su suspiro por la lejan�a, nacido de su temperamento. Aprovechando los intervalos de trabajo o d�as feriados, tal como un viajero profesional, Gong recorri� todas las provincias y regiones de China salvo T�bet y Xinjiang, embeles�ndose por los bosques, los r�os, las monta�as y los valles.

    �Ir lejos y a�n lejos! Por este anhelo rom�ntico irrenunciable Gong abandon� la comodidad y opt� por un rumbo dif�cil.

    Gong arrib� a Lima teniendo tan s�lo 500 d�lares en el bolsillo. Escogi� esta ciudad por la facilidad de viajar, mas no la tom� como punto terminal. Se estableci� en Lima simplemente para desafiar el desd�n del cr�tico de arte y comerciante de pinturas m�s reputado del Per�.

    De ascendencia espa�ola, este se�or, que hab�a editado �lbumes de diez pintores peruanos, siempre miraba por encima del hombro a los artistas de Oriente y en su mente mezquina el �leo era el �nico arte verdadero. Por consiguiente, cuando Gong organiz� la primera exposici�n de pinturas chinas y le entreg� en persona la tarjeta de invitaci�n en su galer�a, el se�or ni siquiera se movi� en su sill�n detr�s del escritorio y replic� no sin burla que el arte estaba en Occidente solamente.

    Gong se indign� no s�lo por el desprecio de su persona sino m�s por el desd�n de un ignorante a la civilizaci�n china de cinco mil a�os. Posteriormente, cambi� su h�bito de encerrarse en el estudio y el mundo natural y subi� al estrado de aulas. En el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Universidad de la Mujer presentaba la pintura china tradicional e improvisaba creaciones. Al mismo tiempo, escog�a algunos temas de inter�s universal para explorar nuevos m�todos de interpretaci�n combinando el estilo chino con el occidental. El empe�o no le defraud�. Al cabo de varios a�os, sus t�cnicas y su nivel pict�rico hicieron progresos considerables.

    En seguida llovieron sobre �l invitaciones a exposiciones de pintores peruanos y le llegaron pedidos de comerciantes de arte de Estados Unidos. Y hasta la galer�a del se�or antes mencionado le invit� a una exposici�n. Resentido, Gong no hizo caso de la invitaci�n, pero por cortes�a envi� un cesto de flores. Poco despu�s, el se�or dijo que iba a viajar a China y le invit� a una comida. Esta vez recibi� en persona a Gong en la puerta de la galer�a y le acompa�� a su despacho. Al salir, Gong descubri� que en la puerta del despacho colgaba un almanaque con una pintura de rinoceronte producida por él.