Si alguien tiene
la oportunidad de visitar Lima, capital del Perú, por cierto hallará
el aviso comercial "E¨WONG (El Rey de los Supermercados)", en letras
rojas sobre un fondo blanco, en las cajas de luz. En la carretera
Panamérica, la Av. La Unidad del centro de la ciudad y los cruces
de caminos, está a veces junto al tío sonriente Kentucky y el gorro
rojo de la pizza, ambos que se notan en todas partes del mundo.
De tanto verlo, si el forastero averigua qué señal es, se le contesta
con orgullo que es la mayor y mejor cadena de tiendas de Lima y
que "es propiedad de unos chinos cuyo padre es el respetable Sr.
Huang Binghui, llegado de Guangdong".
Históricamente,
los inmigrados chinos pasaron por un proceso tejido de sangre y
lágrimas. En 1849 arribó al Perú el primer grupo de culís bajo contrata.
Algunos murieron en los barcos conocidos como "infiernos del mar"
antes de llegar, otros trabajaron en las fincas como esclavos y
otros cayeron muertos bajo la opresión cruel. Los chinos que sobrevivieron
al plazo de contrata de ocho años, vivían a duras penas vendiendo
bebidas de té frescas, maní o carbón de leña. En 1940, tras largas
décadas de forcejeos, la mayoría de los chinos se zafaron de la
vida de vendedores de la calle abriendo pequeñas tiendas misceláneas
y mandaron a los hijos a la escuela con los ahorros difícilmente
juntados. El padre de Huang Binghui fue el primero de su clan en
llegar y sufrió lo indecible. En 1942, Huang Binghui tenía ya dos
tiendas misceláneas en Lima. Así fue cómo sus cinco hijos varones
pudieron recibir educación y se graduaron de la Universidad de Ingeniería,
la Universidad de Agricultura, la Universidad Católica y la Universidad
de Lima, respectivamente. Tras 40 años de manejo de tiendas pequeñas
por el padre, los hijos aprovecharon sus conocimientos aprendidos
de administración de negocios para crear supermercados modernos.
Cuando llegamos
de visita al supermercado E¨WONG, el coche dio una vuelta alrededor
del edificio pero sin encontrar ningún puesto desocupado. Vimos
a los empleados de gorros altos y vestidos de rojo y blanco a la
indígena, seguidos de clientes mujeres de tacones altos, llevando
los paquetes de compras a los coches en el parqueadero. Nos embargó
la envidia por estas mujeres al recordar cuánto sufríamos en Beijing
saliendo de los supermercados y cargando las compras al hombro y
en las manos. En el tope del edificio colgaba un anillo grande de
seda en rojo y blanco, colores de la bandera nacional del Perú,
el cual, suntuoso y festivo, demostraba el cuidado y la sabiduría
del diseñador.
Entramos al supermercado
por la puerta trasera. El primer piso es el lugar donde descansaban
los proveedores de mercancías, quienes estaban ocupados en llamar
por teléfono, usar calculadoras y saludar y conversar. El gerente
del departamento de clientes nos acompañó escaleras arriba, a las
oficinas. De una sola mirada caímos en la cuenta de que era un joven
cantónes. Pero nacido en el Perú, hablaba sólo español. En su tarjeta
de presentación se leía un nombre muy largo terminado en una sílaba
separada, "Lao", transcripción del sonido de su apellido en cantonés.
Por ende, su apellido debería ser "Liu" en chino normal. En una
sala de reuniones nos recibió el dirigente de E¨WONG, el
hermano mayor de los Huang. Era un hombre flaco y alto, de pelo
corto, y usaba gafas. Sonriente, sencillo y modesto, parecía un
ratón de libros. Sus hermanos y él, dijo, dedican todas las energías
y recursos al supermercado, pero viven con frugalidad y aún no han
comprado casa. No satisfechos con sólo mantener a la familia y vivir
bien, lo que era el anhelo de la generación de sus padres, buscan
abrirse el camino y realizar sus valores personales. Por fin, en
1983, cuando vieron madurar la oportunidad, abrieron decididamente
su primer supermercado dándole el nombre de E¨WONG.
Ahora los Huang
tienen 14 tiendas de cadena en varias ciudades. En 1990, con el
intento de atraer al supermercado también a las capas de ingresos
bajos, abrieron una supertienda nueva, el Metro, nombre sonoro
y fácil de leer. Hoy día, el Metro es una cadena de cinco
tiendas. La E¨WONG gana a los consumidores por su servicio
de primer orden y el Metro los gana por precios bajos. Según
Huang, el éxito de él y sus hermanos se debe a los conocimientos
de administración moderna y, en segundo lugar, a que crecieron en
las tiendas misceláneas del padre y por eso tienen experiencia y
visión. Dijo que si se quiere manejar bien un supermercado, se debe
comprender qué significa el negocio, es decir, comprender la psicología
del cliente, saber qué mercancías necesita y tratar de surtir la
tienda con ellas, pero de mejor calidad, y venderlas a precios módicos.
En segundo lugar, es preciso contar con un personal bien calificado,
descartar el modo de gestión tradicional basado en la propia familia,
nombrar a las personas de mejor talento y pagarles salarios altos.
En tercer lugar, hay que ofrecer servicios buenos. En otras supertiendas
de Lima los empleados cobran propinas a los clientes si les ayudan
a llevar o enviar las compras. Pero este servicio de la E¨WONG
es gratuito. No hay que subestimar esta práctica porque muchos clientes
vuelven a hacer compras. Días después, entramos en la E¨WONG
siendo clientes. No lejos de la puerta estaba un demostrador de
comida de autoservicio; en el área de hortalizas llamaba la atención
un catálogo de vegetales de estación, y había lavamanos donde el
cliente tenía que escoger las hortalizas con mano; en los estantes
de mercancías estaban los teléfonos conectados con la mesa de información,
así que, si el cliente tenía duda de la calidad o precio de alguna
mercancía, podía averiguar sin moverse del lugar; y si se recibía
una queja por alguna mercancía, se revisaban todas las de la misma
clase o se las cambiaba. Caminando por entre las cerca de 30.000
mercancías diferentes de la E¨WONG, dije para mis adentros:
si yo viviera en Lima, ¿cómo podría no comprar en la E¨WONG?
Lamento no haber
podido ver al anciano Sr. Huang Binghui. Oí decir que es un gran
amante del fútbol. En esos días estaba ocupado viendo por televisión
la Copa Mundial. Las tres generaciones de los Huang han abierto
su camino y siguen yendo adelante. Su experiencia es una miniatura
de la vida y el desarrollo de los chinos en el Perú.
|