Un antiguo dicho popular chino desaconsejaba ir a Sichuán cuando se es joven, pues aseguraban que quien entra en Sichuán ya no quiere salir de allí.
El encanto de Chengdú, la capital sichuanesa, parece interminable: el tofu picante al estilo Mapo, las salas de mahjong por todas partes, la cultura de té que se remonta a tiempos muy lejanos, los hermosos poemas de Du Fu y Li Bai... Esta ciudad ha sido recientemente nombrada como ‘capital gastronómica’ por la UNESCO, pero para los visitantes extranjeros enamorados de esta urbe del sur, la gastronomía no es el único objeto de fascinación.
Un ingeniero estadounidense loco por el picante
El estadounidense Andrew Peterson es un ingeniero de una compañía eléctrica y viaja frecuentemente por motivos de trabajo a China. Peterson sostiene que ninguna otra ciudad le ha fascinado tanto como Chengdú, y esta fascinación proviene principalmente de la gastronomía local.
Fue en un restaurante chino en Estados Unidos donde probó por primera vez los platos de Sichuán. Por pura curiosidad, pidió un plato de Tofu ‘Mapo’, cuyo sabor picante y fuerte le causó gran sorpresa.
Tras unos primeros momentos de extrañeza e inadaptación en su paladar, Peterson acabó por aficionarse a ese sabor pungente y duradero. Más tarde, el aroma de la comida deliciosa lo atrajo a Chengdú, donde se dio cuenta de que los auténticos platos de Sichuán son mucho más picantes y deliciosos que los ofrecidos en los restaurantes chinos de Norteamérica.
Aunque con frecuencia el sabor fuerte hace que le lloren los ojos, le gusta la sensación de gran satisfacción que los picantes platos sichuaneses le proporcionan. Incluso cuando está en otras ciudades de China, siempre acude a los restaurantes de estilo sichuanés para satisfacer su apetito.
Al hablar de los tentempiés de Chengdú, tales como los fideos Dandan, el Longchaoshou (wontún), los raviolis Zhong, las lonchas de pulmón, el tangyuan Lai, el tofu Mapo y los bollos Han, Andrew parece un experto gourmet, con un conocimiento que llega a superar al de los locales. Además, Peterson se ha decidido a aprender a cocinarlos, porque, en su opinión, aprender a cocinar los platos chinos es también una vía para conocer la cultura de China.
La comida de Chengdú es conocida no sólo por su sabor exquisito, sino también por sus bajos precios. Un turista canadiense escribe en su Blog que la comida de Chengdú es sabrosa y barata, con unos diez yuanes y pico uno puede probar ya varios tentempiés famosos de la ciudad.
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