Pero la tarde en el nuevo Wembley fue mexicana y cuando Brasil estuvo más cerca de conectar a la ofensiva, vino el descanso, que enfrió el ímpetu sudamericano en los vestidores, en cambio los mexicanos ganaron más confianza para la segunda mitad.
La Canarinha regresó al terreno de juego pero nunca se encontró dentro de él, nuevamente sus intentos fueron aislados, carentes de peligro, sin profundidad, situación que los mexicanos aprovecharon al máximo para dominar el partido a la defensiva sin renunciar al ataque.