Chequia fue inofensiva
A Chequia no le quedó otro remedio que tragarse el sapo. Desde 2004, en que logró el subcampeonato de Europa, se ha abierto un enorme agujero en su fútbol. Sus estrellas, Rosicky y Baros, tienen más pasado que futuro. Sus promesas han sufrido un frenazo inesperado. A España le entregaron el balón, la iniciativa, el territorio, el ritmo y hasta las llaves del estadio. Sólo en los minutos finales del primer tiempo ofrecieron cierto atrevimiento, pero Baros ahogó la reacción con una pifia horrorosa en boca de gol. La selección de Bilek salió con la camiseta roja y la bandera blanca, consciente de que no se movería una hoja sin que lo supiera España.
En este plácido ambiente regresó Puyol, que segó por oficio una contra de Baros; se marchó sin gloria ni goles Torres y entró Villa, que mezcla mejor con el tiqui-taca, por versatilidad, por movilidad, incluso por convicción. También perdió la cabeza Hubschman, con una entrada salvaje, gratuita e inexplicable que sacó del partido a Xabi Alonso. Un planchazo de cárcel que enturbió el partido. Javi Martínez estuvo a su altura y también rozó el gol en dos ocasiones. Lo evitaron Cech y el larguero. Colocarle de central es preparar tinto de verano con un rioja gran reserva. Tiene sitio en esta Selección feliz.
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