Las drogas son una amenaza que atraviesa fronteras, por lo cual América Latina debe establecer un diálogo con EE.UU. y la Unión Europea para desarrollar alternativas viables a la guerra contra las drogas. Tanto EE.UU. como la UE comparten la responsabilidad por los problemas que enfrentan nuestros países, ya que sus mercados domésticos son los principales consumidores de las drogas producidas en Latinoamérica.

La investidura del presidente Barack Obama presenta una oportunidad única para que América Latina y EE.UU. entren a un diálogo sustancioso sobre los temas que les preocupan a ambos, tales como la reducción del consumo interno y el control de la venta de armas, especialmente a lo largo de la frontera entre México y EE.UU. Latinoamérica también debería buscar un diálogo con la UE, pidiéndoles a los países europeos que renueven su compromiso con la reducción del consumo interno y que aprendan de sus experiencias en la reducción de los problemas de salud causados por las drogas.

El momento de actuar es ahora y el camino hacia adelante consiste en fortalecer las sociedades para lidiar con un problema global que nos afecta a todos.

Es mucho lo que está en juego, la incertidumbre es muy grande y existe un riesgo genuino de que liberalizar las leyes sobre las drogas se traduzca en un incremento en el uso y en la cantidad de adicciones. Pero la evidencia sugiere que tal riesgo es pequeño. Después de todo, la cocaína sólo se usaba a una quinta parte de los niveles actuales cuando era legal en EU, antes de 1914. Y aquellos estados que han descriminalizado la posesión de mariguana no han visto un crecimiento disparado en el consumo.