Los siheyuan ocupan gran superficie de tierras, pero al mismo tiempo el lugar para vivir dentro de la ciudad es limitado. Los siheyuan todavía mantienen su viejo estilo y han estado largo tiempo sin reparar. El nivel de las condiciones básicas de vida, como el agua, el gas, la electricidad, y la prevención de incendios y robos, es muy bajo. Excluyendo a algunas personas que se han acostumbrado al tradicional estilo de residencia de Beijing, cada día más habitantes que quieren una mejor calidad de vida, y ya no pueden adaptarse fácilmente a esas residencias. Beijing se está despidiendo de los palanquines y los rickshaws, y entrando en la época de los automóviles, los autobuses públicos y el metro, y, de la misma forma, los estrechos hutongs no tienen más que un valor turístico.

Si en los últimos años, Beijing no se hubiera esforzado por destruir los hutongs y siheyuan y construir edificios modernos y carreteras, ahora la ciudad habría estado paralizada. No podemos decir que la destrucción de los hutongs sea una muestra del avance, pero sin embargo, a juzgar por la tendencia de desarrollo del nivel de vida y el progreso de la sociedad, sí que es un hecho inevitable en la historia.

En las seis décadas pasadas desde la fundación de la Nueva China, el país ha logrado grandes éxitos en el desarrollo económico, social y cultural, elevando constantemente las condiciones básicas de vida de los habitantes y ascendiendo el PIB a más de 30 billones de yuanes. Esto ha contribuido a la construcción del país y a la mejora de las condiciones de residencia, alimentación, transporte, y sanidad de los ciudadanos. La recesión de los hutongs es un sacrificio inevitable y el testigo de los éxitos que la República Popular China ha venido consiguiendo desde su fundación en 1949, particularmente tras la aplicación de la reforma y apertura.