La aceleración del proceso de modernización provoca el choque entre la civilización moderna y la cultura tradicional. Muchas construcciones antiguas que representan un importante patrimonio cultural y tienen un gran valor histórico han sido desmanteladas o destruidas, lo cual es muy lamentable. Un país con una rica tradición histórica y cultural, pero que abandona tan fácilmente su patrimonio, ¿cómo puede heredar esa cultura en el futuro?
No obstante, desde otro punto de vista, la reforma es al mismo tiempo destrucción y construcción. Al principio de las dinastías Yuan, Ming y Qing, Beijing era una ciudad nueva. Por su importancia estratégica, Zhuli, el emperador Yan decidió trasladar la capital a Beijing. En aquel tiempo, vivía poca gente en Beijing y el nivel de la arquitectura en la ciudad era limitado, por lo que los hutongs y siheyuan se convirtieron en una peculiaridad de la capital. Las residencias amplias y lujosas coincidían con la ideología de la sociedad pekinesa de aquel entonces.
A partir de la fundación de la Nueva China, sobre todo en la época contemporánea, se han registrado grandes cambios en Beijing. Los departamentos gubernamentales, oficinas de otras divisiones administrativas del país, empresas, centros docentes superiores y personas en busca de trabajo han ido aumentando más y más la presión ejercida sobre la ciudad. En el proceso de fortalecimiento de planificación y construcción, Beijing ha elevado su nivel de modernización, convirtiéndose en una metrópoli internacional de casi 20 millones de habitantes permanentes y 4 millones de automóviles.