Samantha añade que la genuína aceptación de su amigo chino supuso un gran impulso para que ella aceptara la cultura y la sociedad chinas. Llegó a Nanjing, provincia de Jiangsu, hace cuatro años como estudiante de chino y se mudó a Shanghái hace dos. Se considera a sí misma un “ratón de biblioteca” y su estilo de vida casero y más tranquilo le resulta más aceptado en China que en Estados Unidos.
Pero a cuatro años vista, Samantha considera su situación actual como una encrucijada, ya que ahora que conoce más profundamente la cultura, se da cuenta de lo numerosas y significativas que son las diferencias. “He visto a muchos extranjeros que llevan aquí cuatro años experimentar el mismo problema”, cuenta. “Algunos aspectos de la cultura china (la shanghainesa en particular) me resultan difíciles”. Como ejemplo, cita el énfasis que se le da al dinero, el estatus, el prestigio, el poder y el progreso personal aparentemente a cualquier precio. Esto incluye el establecimiento de relaciones, en especial el matrimonio, como forma de avanzar, dice.
En apariencia, todo parece moderno y occidentalizado, pero no hace falta llegar a mucha profundidad para ver que es muy diferente y no tan accesible como creen los recién llegados. Después de todo, “es el Oriente, es China”.
Los residentes extranjeros hoy llegan mucho mejor preparados que sus predecesores; están mejor informados gracias a internet, libros, televisión y los intercambios gubernamentales y privados entre países. Sólo unos pocos hablan mandarín, o lo hablan lo suficiente para subsistir. No reciben miradas ni les toman fotos tanto como a los anteriores expatriados, porque ya no son los únicos extranjeros en las calles de Shanghái. Pero las sorpresas llegan por todos lados y no es siempre fácil explicarlas.
“En mi opinión, muy pocos extranjeros se sienten cómodos todo el tiempo, pero eso no significa que no estén adaptados en gran medida. Creo que la mayoría de las naciones occidentales dejaron de hablar de asimilación cultural como algo positivo hace unos 20 años.
Los extranjeros acaban adaptándose a Shanghái o se van por la puerta
“Ahora, tendemos a reconocer la diversidad cultural como algo valioso de por sí. Y la asimilación total en la sociedad china no es ni legal ni culturalmente posible”, afirma David Foote, antropólogo neozelandés que estudia la comunidad expatriada en Shanghái. “Pero si defines “adaptación” como sentirte cómodo aquí la mayor parte del tiempo, creo que cualqueira que viva aquí durante más de unos años encuentra una forma de hacerlo”.