(SPANISH.CHINA.ORG.CN) – Shanghái es una de las ciudades chinas a las que más fácil resulta habituarse para los expatriados y residentes extranjeros. Pero para algunos recién llegados, el abismo es demasiado amplio y no consiguen superarlo, e incluso quieren irse.
Un típico cliché sobre el choque cultural en China es el de la mesa. Cuando un extranjero es invitado a compartir una comida con una familia china, el invitado no sabe cómo usar los palillos y se siente confundido cuando ve a todo el mundo meter sus palillos en los mismos platos. También le pasa con el contenido de algunos platos pero teme ofender a los anfitriones si no los come.
Estos casos raramente ocurren hoy, al menos en Shanghái, que la mayoría de los residentes extranjeros consideran una de las ciudades chinas a la que más fácil es adaptarse.
Si uno está determinado a vivir una vida de estilo “occidental” (sea lo que sea que eso signifique exactamente), esta ciudad cosmopolita apenas precisa de adaptación. El susodicho puede vivir en una casa de estilo occidental entre vecinos también extranjeros, tener un chófer personal que le lleve al trabajo, enviar a sus hijos a estudiar a una escuela internacional, cenar y salir con otros colegas extranjeros a restaurantes occidentales y bares en el Bund.
Este estilo de vida privilegiado era típico de muchos extranjeros residentes en Shanghái en los años 80 y 90, y lo sigue siendo para algunos hoy día. Pero actualmente, cada vez más extranjeros llegan a edades más tempranas y buscan una forma de “entrar” en la comunidad y la cultura local.
Las quejas más frecuentes entre los residentes extranjeros tienen que ver con los locales que se saltas las filas, peleas por los taxis o los precios considerablemente más altos para los extranjeros, entre otros fenómenos “irritantes”.