Antes de la liberación pacífica en 1951, el Tíbet estaba muy atrasado en lo económico e incomunicado por falta de transporte, carecía de industria moderna, y sus pocas actividades productivas se limitaban a la ganadería, la agricultura y la artesanía. Desde entonces, el Estado ha estado prestando apoyo especial al desarrollo económico del Tíbet. Ha asignado una enorme cantidad de subsidios fiscales, subsidios especiales e inversiones en proyectos de construcción prioritarios, y también ha reunido y enviado grandes cantidades de materiales a la región. Desde la década del 1980, el Estado ha organizado a los departamentos gubernativos, las provincias, los municipios y las demás regiones autónomas para que den apoyo al Tíbet en términos de recursos humanos, materiales, financieros y tecnológicos, con el fin de impulsar el desarrollo económico de la región y mejorar las condiciones de vida del pueblo local.
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