Una estufa alimentada con carbón ha calentado la vivienda de Zhao Yaoqin durante toda su vida. Este invierno, sin embargo, ha desaparecido de sus 66 años de existencia para dar paso a un radiador eléctrico, producto de una iniciativa gubernamental para promover energías más limpias en la capital china.
Cuando quedan unos meses para el inicio de los Juegos Olímpicos, la ciudad está determinada a eliminar el uso del carbón en el interior del tercer anillo radial de la ciudad. El proyecto para sustituir las estufas por radiadores eléctricos forma parte de las medidas impulsadas.
El pasado jueves, cuando la ciudad inició sus cuatro meses de calefacción, las estufas de carbón, consideradas importante fuente de contaminación en la capital, habían desaparecidos de unas 20. 000 viviendas como la de Zhao, situadas en los "hutong", tradicionales barrios de calles estrechas y casas bajas.
Un tanto sentimental, Zhao recuerda que solía hervir agua y hornear el pan en las estufas. La jubilada comprendió tiempo atrás que un calefactor eléctrico la liberaría del familiar asfixiante olor del carbón, así como del hollín acumulado en su vivienda. Pero la familia, que sobrevive con una pensión mínima de subsistencia, no se podía permitir el cambio de tecnología, a pesar de que su marido estuvo a punto de perder la vida en 2003 por una intoxicación con los gases emanados por el carbón.
Zhao vive en una vivienda de 20 metros cuadrados con un patio que comparte con otras cinco familias en el hutong Xiyizi. Beijing cuenta en la actualidad con más de 400 hutong, situados principalmente en distritos céntricos. El número es, no obstante, muy reducido, en comparación con los 6.000 existentes durante la dinastía Qing (1644-1911). El rápido ritmo urbanizador está acabando poco a poco con este tipo de viviendas.
La densidad de población de los hutong de Beijing se sitúa en torno a los 49.000 habitantes por kilómetro cuadrado, cifra que prácticamente triplica la media de 14.000 con que cuenta la ciudad y multiplica por 12 los 4.000 habitantes por kilómetro cuadrado de Nueva York.
Asimismo, las autoridades ambientales de la capital china han descubierto que las emisiones de dióxido de azufre y monóxido de carbono en los hutong es superior a la media de la ciudad en invierno, debido principalmente a las estufas de carbón.
Gracias al lanzamiento en 1999 del programa de sustitución de estufas, los niveles de emisiones de las dos sustancias tóxicas se redujeron el pasado invierno un 42 y 44 por ciento respectivamente en relación con los niveles de 2001.
Zhao aceptó el cambio al radiador eléctrico cuando el gobierno le prometió que no sería más caro que el carbón. Un incentivo extra fue asimismo la casi gratuidad del calefactor.
Para lograr que los sistemas eléctricos de calefacción sean asumibles por la población, el gobierno municipal ha reducido la tarifa eléctrica de los residentes en hutong a 0,3 yuanes por kilovatio/hora de electricidad, mientras que el resto de la población paga 0,48 yuanes. Paralelamente, las autoridades compensan a las familias con menos recursos con 0,2 yuanes por kilovatio/hora consumido.
De acuerdo con Zhao, la factura eléctrica del invierno se situaría en torno a los 2.400 yuanes (323 dólares USA) por vivienda. Con la ayuda gubernamental, no obstante, el coste se reduce a unos 500 yuanes, cifra muy similar a la del gasto habitual en carbón.
Según el buró municipal de protección ambiental de Beijing, los esfuerzos conjuntos para la eliminación de estufas y la conversión de las calderas de carbón para emplear gas natural como combustible para los sistemas de calefacción central han permitido reducir las emisiones de dióxido de azufre en un 10 por ciento interanual.
A estas medidas se suman las restricciones impuestas por las autoridades de la capital a los proyectos de construcción de viviendas y las plantas de acero y químicos, con las que Beijing pretende garantizar la calidad del aire que respiran sus millones de habitantes.