
Julia Roberts acaparó todas las miradas en los Oscar de 2001 no sólo por el comentado vestido vintage de terciopelo negro de Valentino, que ha pasado a ser uno de los más incónicos de la historia, sino por el discurso que hizo al recoger su premio por su papel en Erin Brockovich. Al parecer, la Academia prometió una televisión de pantalla plana gigante para el que ofreciera el discurso más corto, sin embargo, la 'novia de América' hizo caso omiso y aprovechó su momento. "Yo ya tengo una, así que voy a pasar un buen rato para decir algunas cosas, porque probablemente nunca volverá a estar aquí", aseguró emocionada.