Hacer o no hacer, esa es la cuestión. |
Los traductores han venido siendo el punto de contacto en este tipo de comunicación y por ello exigen un mejor trato. Muchos se han retirado de su profesión al ver amenazada de repente su economía como traductor literario profesional.
Y más reveladora todavía es la situación de las escuelas. La Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing es una de las principales escuelas para la formación de profesionales de la traducción, donde casi la totalidad de sus estudiantes eligen la traducción económica en vez de la literaria como itinerario profesional.
Un estudio llevado a cabo por el periódico People’s Daily en 2009 revelaba que de los 37 estudiantes involucrados, sólo el 32,4 por ciento mostraba algún interés por la traducción literaria. Considerando la cualificación y la enorme brecha de ingresos entre la traducción literaria y la comercial, el 94,3 por ciento expresaba sus esperanzas de convertirse en traductor económico.
“Ser traductor literario no me da suficiente para comer”, apuntaba Zhang Cong, uno de los entrevistados.
“Lo elegí (la traducción literaria) únicamente por interés personal. El trabajo deseado es traductor económico”, afirma otro estudiante, Jin Yan.
Este es un comentario triste en relación al estatus social que se confiere a traductores literarios que podría explicar asimismo por qué los traductores literarios con credenciales y de calidad son escasos y están muy dispersos en la China actual.
Un estudio llevado a cabo por la Asociación de Traductores de China (TAC), la única asociación nacional en el campo de la traducción en el país asiático, muestra que existen 60.000 traductores profesionales trabajando en China, que tienen que encargarse de traducir más de 30.000 libros extranjeros introducidos cada año, sin mencionar a los de la esfera pública. A pesar de sus ingentes esfuerzos, siguen quedándose atrás respecto al crecimiento de la demanda del mercado.