A través de su cámara, los espectadores pueden vislumbrar un destello de la vida de las damas manchúes de clase alta, en sus exquisitos ropajes y los pies sin vendar. Las damas recién casadas que retrató el escocés aparecen a menudo con mirada triste, reflejando la relación lúgubre que mantenían con sus suegras.
De vuelta a Inglaterra, Thomson presentó las fotografías a numerosas editoriales, lo que le llevó a ganarse el nombre de Thomson "China", así como el aprecio de los historiadores, que han dicho de él que jugó un papel muy significativo en la labor de unir oriente y occidente.
Thomson encontraba el peinado de las mujeres chinas fascinante. Creía que un accesorio para el pelo con forma de cuerno que lucía en una ocasión una de sus modelos podría servirle perfectamente como arma contra su antagónico marido. Además de a las mujeres manchúes, Thomson también fotografió a mujeres de las minorías étnicas del sur de China llevando extraños peinados y accesorios.