Un tríptico de retratos fotográficos revela escenas familiares de una familia manchú en el Beijing de 1871, que sólo unos pocos extraños habrán tenido la oportunidad de contemplar. En uno de los retratos, una mujer manchú de unos 40 años posa en la puerta de una casa corriente con su nuera y tres de sus nietos. En otras dos fotografías, posa solamente con la nuera. Sentada en un banco con el niño más pequeño en brazos, la mujer esboza una sonrisa contenida, pero en los retratos en que aparece con su nuera su sonrisa desaparece para dar paso a un rostro indiferente e incluso severo, mientras que la joven mantiene la mirada baja como señal de deferencia a su suegra.
Las rarísimas fotos tomadas por el fotógrafo escocés John Thomson (1837-1921) forman parte de una muestra de 148 fotografías que han sido expuestas hasta esta semana en el Museo de Arte Mundial de Beijing, y que se trasladarán mañana al Museo de Fujian, al Museo de Guangdong, y al Centro de Exposiciones de Dongguan, sucesivamente.
La exhibición, titulada China, a través de la lente de John Thomson 1868-72, incluye retratos, paisajes, arquitectura, y escenas de la vida doméstica y callejera de Beijing y Tianjin, así como de las provincias de Guangdong y Fujian.
Esta es la primera vez que las fotos se exponen en la tierra donde fueron tomadas hace ya 130 años. “Mirando estas viejas fotos, uno no puede menos que apreciar los esfuerzos de Thomson”, dice Betty Yao, comisaria de la exposición, que añade “a través de estas fotos, uno puede sentir el amor por China, la curiosidad por lo oriental y un aprecio por una cultura diferente”.
Nacida en Hong Kong, Yao es la directora del programa de una organización sin ánimo de lucro en Londres, y vio por primera vez las fotografías en la Biblioteca Wellcome, una colección creada en Londres por Sir Henry Solomon Wellcome (1853-1936), un importante hombre de negocios y entendido en arte. Fascinada por estas imágenes, Yao estuvo más de tres años intentando traer la muestra a China.
John Thomson fue uno de los numerosos viajeros británicos que llegaron a China a finales del siglo XIX. El fotógrafo escocés quedó subyugado por el vasto paisaje de China y por el estilo de vida tradicional de su gente, ganándose su confianza, lo que a menudo le dio acceso a sus hogares.
Él conseguiría captar las imágenes de personas y escenas que raramente fueron captadas por otros en la época, incluyendo a las damas de familias acomodadas y a oficiales de alto rango, como el príncipe Gong, hermano pequeño del emperador Xianfeng de la dinastía Qing (1644-1911).