Marco legal divergente

Cada país gestiona los grupos religiosos y sectas de una manera distinta. Mientras que en Estados Unidos prácticamente cualquier nuevo grupo religioso puede ser registrado, eso no impide que deban operar según la ley. Francia, por su parte, aprobó en 2001 una ley destinada a proteger a sus ciudadanos de ciertos movimientos sectarios.

Es difícil encontrar en el mundo anglosajón un ejemplo del tipo de sectas prohibidas por la ley china, pero los organismos de supervisión legal contemplan el problema desde una perspectiva social, más que religiosa.

En chino, la palabra utilizada para nombrar a este tipo de grupos religiosos es 邪教 (xie2jiao4), literalmente ‘enseñanza perversa’, y se define como una organización ilegal fundada en nombre de una religión o ‘qigong’ (práctica tradicional china que combina meditación y ejercicio físico). Tales organizaciones cuentan a menudo con un líder carismático y pseudomesiánico y expanden supersticiones para engañar a la gente y controlar a sus miembros. Aquellos que utilizan las sectas para estafar, causarse daños, recolectar dinero u organizar ataques contra oficinas gubernamentales son penables por la ley.

“Desde que desarticulamos Falun Gong en 1999, hemos continuado promoviendo la concienciación y luchando contra las sectas”, explica Li. “No castigamos a sus seguidores, sino que los educamos, ya que son víctimas. Pudimos hacerlo con alrededor del 90 por ciento de quienes practicaban Falun Gong”, cuenta.

Aunque ya no suponen una amenaza, hay que mantenerse vigilantes, afirma Li. En numerosas localidades chinas se han establecido asociaciones antisectarias, como la de Pekín, que recientemente ha colocado carteles en los vecindarios de la capital en los que llama a una “vida científica” y recuerda a las familias que se opongan a las sectas y construyan una sociedad en armonía. Estas campañas cuentan con el apoyo de las autoridades.