El caso de vuvuzelas y tribulaciones de manufactureros chinos

Los fabricantes de las vuvuzelas que rugen durante el mundial son un ejemplo de cómo la industria manufacturera china se enfrenta a varios retos: huelgas, aumentos  ...

(SPANISH.CHINA.ORG.CN) - El omnipresente y distintivo zumbido de las vuvuzelas se ha hecho ya famoso en todo el globo, a pesar de las no pocas quejas por parte de los jugadores que disputan el Mundial y de las audiencias que no soportan la intensidad de su sonido, que puede llegar a los 127 decibelios.

El uso de las vuvuzelas es una tradición del país organizador de esta Copa Mundial, Sudáfrica. Pero pocos saben que el 90 por ciento de las bocinas que hoy retumban en los estadios sudafricanos han sido hechas en China.

El fabricante de plásticos chino Wu Yijun supo por primera vez lo que era una vuvuzela en el año 2001, luego de toparse con una caricatura en Internet que mostraba a un grupo de africanos tocando trompetas de bambú para espantar a los babuinos.

Tres años más tarde, Wu, gerente general de la Corporación de Productos Plásticos Jiying, ubicada en el distrito de Ninghai, un complejo industrial de la provincia oriental de Zhejiang, vio llegar lo que creyó era su gran oportunidad cuando Sudáfrica fue escogida por la FIFA como sede del Mundial 2010.

En agosto del año pasado, el empresario vendío 1.000 trompetas de plástico a un precio de 3 yuanes (44 centavos de dólar) cada una a un comerciante africano a través de la página web Alibaba.com, la mayor plataforma de comercio electrónico de China.

"Ésa fue la primera venta de vuvuzelas de plástico para la Copa Mundial", afirma Wu. Pero a renglón seguido aclara: "y también fue el único pedido con el que logré ganancias relativamente altas".

Desde enero pasado, Wu vio crecer exponencialmente los pedidos, y para finales de abril ya había vendido un millón de unidades.

Actualmente, las vuvuzelas se venden "como pan caliente" en tiendas de artículos tradicionales y también a través de la Red en muchos países. Según Wu, China ha exportado unos 50 millones de piezas desde cuando comenzó la "fiebre".

No obstante, sus ganancias, según afirma, no han sido tan grandes. "Habría podido llegar a vender hasta 10 millones de unidades si hubiera tenido suficiente capacidad de producción", se lamenta.

El relativo éxito de venta de las vuvuzelas le ha traído algo de fama a Wu, pero no tantas ganancias en su cuenta bancaria como él desearía. Tal y como les sucede a muchos otros fabricantes de productos chinos comunes, las enormes ventas no le han supuesto ganancias destacables.

Los precios de exportación de las coloridas bocinas han caído a tan sólo 30 centavos de dólar por unidad, según Wu, quien asegura que "la ganancia por cada trompeta es de apenas 0,1 yuanes".

El empresario pone la situación en perspectiva: "Después de medio año de trabajar horas extras, los beneficios fueron de sólo 100.000 yuanes (14.720 dólares), y los reembolsos fiscales para los exportadores tampoco se tradujeron en ganancias".

Generalmente, los fabricantes chinos tienen un margen de ganancias de apenas un 5 por ciento, incluyendo el 11 por ciento del reembolso fiscal para la exportación de plásticos, en este caso.

"Al hacer pedidos, los comerciantes extranjeros tienen en cuenta el reembolso", señala.

Las vuvuzelas se venden a 60 rands sudafricanos (unos 7,8 dólares) la unidad, 26 veces el precio de exportación, con lo que los negociantes y vendedores minoristas son los que realmente logran grandes beneficios, señala.

A las vicisitudes de Wu se agrega un fenómeno relativamente nuevo en el panorama laboral chino: la escasez de mano de obra.

Cuando terminó la producción de los pedidos iniciales, en abril, los 80 obreros con los que contaba se fueron a engrosar las filas del desempleo o a trabajar en otras factorías. No obstante, el inesperado éxito de las vuvzelas en el Mundial desató una oleada de pedidos, la que nuevamente tiene a Wu corriendo contrarreloj, pero esta vez con la mitad de la mano de obra.

Ahora, Wu tiene unos 40 trabajadores y está tratando de reclutar más para cubrir la creciente demanda. "Les he subido el pago de 0,08 a 0,1 yuanes por cada vuvuzela", revela

Debido a la carencia de mano de obra, Wu no ha tenido más alternativa que transferir algunos clientes potenciales a fabricantes de juguetes de la localidad meridional de Shantou, en la provincia de Guangdong, lo que ha exacerbado la competencia.

En un momento en que cada vez más trabajadores chinos reclaman aumentos salariales, Wu se está viendo en dificultades para contratar a nuevos empleados para un puesto de trabajo que muchos ven como demaisado duro y mal pagado.

Cada uno de los obreros tiene que trabajar turnos de 12 horas en un taller donde la temperatura es tal alta que casi cuesta respirar. Dos ventiladores apenas logran dispersar el abrasador calor producido por las máquinas de inyección de plástico para hacer las cornetas, las cuales llegan con frecuencia a los 100 grados centígrados.

He Zongjun, un obrero migrante de la provincia suroccidental de Yunnan, produce alrededor de 1.000 vuvuzelas en cada turno de noche; sin embargo, no ha tenido la oportunidad de ver sus "obras de arte" en acción. "Yo no puedo ver los partidos del Mundial. Después de trabajar toda una noche, lo único que quiero hacer es dormir", explica.

Chen Shida, director de la Academia de Seguridad Laboral de Zhejiang, dice: "Las industrias de labor intensiva cada vez son menos atractivas para los trabajadores nacidos en las décadas de 1980 y 1990, pues consideran que sus ganancias no se corresponden con el trabajo que ejecutan".

La escasez de mano de obra y el aumento de los costos laborales constituyen dos nuevos desafíos para los fabricantes en China. La revaluación de la moneda nacional, el yuan RMB, unida a la eliminación de la devolución de impuestos a las exportaciones, reduce cada vez más sus márgenes de beneficios.

El yuan se apreció un 0,56 por ciento con respecto al dólar la semana pasada, luego de que el Banco Popular de China flexibilizara las tasas de cambio de la divisa nacional.

Economistas de la Corporación de Capital Internacional de China predijeron el pasado 21 de junio que el yuan podría revaluarse entre un 3 y un 5 por ciento frente a la moneda estadounidense de aquí a finales del año.

"Lo máximo que podré soportar será una revaluación del 2 por ciento frente al dólar", sentencia Wu. "Si (el valor del renminbi) sube un 5 por ciento, no obtendré ganancias", añade.

Además, su empresa se enfrentará a una presión mayor una vez que sea suspendida la devolución de impuestos del 11 por ciento a las exportaciones de plásticos en julio del próximo año. "Sin el reembolso fiscal, los exportadores tendremos que elevar los precios. De lo contrario, lo único que nos quedará será cerrar nuestras fábricas", dice.

Por su parte, el economista Luo Weidong, vicerector de la Universidad de Zhejiang, manifiesta: "Mientras el mundo disfruta de los productos baratos hechos en China, el país tiene que pagar un precio enorme”.

"Los resultados son salarios miserables, degradación del medio ambiente, insatisfacción de los obreros y la falta de un cuidado adecuado para las decenas de millones de niños dejados en el campo por sus padres cuando éstos emigran a las grandes ciudades en busca de mejores empleos".

Pero si bien en principio están causándoles dolores de cabeza, la revaluación de la moneda y la abolición de la devolución de impuestos a las exportaciones tienen como objetivo final ayudar a los fabricantes nacionales de productos corrientes a ascender en la cadena de valor.

No obstante, esto podría provocar el cierre de muchas fábricas y el despido masivo de trabajadores migrantes, advierte Chen Yixin, director de la Oficina de Investigación Política del Comité Provincial del Partido Comunista de China en Zhejiang.

En las últimas semanas, los empleados de algunos proveedores de componentes para los fabricantes japoneses de vehículos Honda y Toyota en China se han declarado en huelga exigiendo incrementos salariales que a la postre les han sido otorgados, lo que ha inspirado a los trabajadores de otras industrias a aspirar a mejores condiciones laborales y a recurrir a las vías de hecho para conseguirlas si lo consideran necesario. Esto ha aumentado la presión para los manufactureros chinos, cuya situación de por sí ya es difícil, señala Luo.

"El fin de la mano de obra barata en China significará un largo y duro período para los fabricantes nacionales, puesto que la renovación de la estructura industrial no es fácil de lograr", concluye el experto.

 

Palabras clave : vuvuzela, revaluación yuan, huelgas, modelo económico, conflictos laborales, crisis

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