Liberación de animales cautivos en Zhenjiang, provincia de Zhejiang.
Durante sus primeros mil años de práctica en el país, la religión fue acogida con gran estima por la familia imperial. Sin embargo, entre el pueblo resultó objeto de rechazo, indiferencia y polémica con el confucianismo, que ocupaba una posición predominante, y el taoísmo, el credo local.
El confucianismo pone al hombre en primer lugar y muestra mayor interés en el presente, es decir, no reconoce que haya una “próxima vida” ni “otra orilla”, a diferencia del budismo, que presta atención al espíritu, desprecia el cuerpo humano y considera que los conceptos de la “vida anterior” y la “presente” es consecuencia de la reencarnación a través del karma.
Desde la posición de preservar los rituales confucianos y las costumbres tradicionales chinas, los confucianos reprochaban las doctrinas y las prácticas budistas, como la tonsura, el celibato y la limosna, considerándolas como muestras de poca bondad, fidelidad, benevolencia y virtud. Mientras, el pensamiento budista de que “todos tenemos que morir” también es criticado por el taoísmo que aboga por “tener larga vida y convertirse en inmortal”. Como consecuencia, el budismo fue prohibido en China en cuatro ocasiones en la historia.
“Este puede ser considerado como un conflicto entre las culturas india y china durante la época más importante de nacionalización del budismo. Basado en la posición básica de persistir en la liberación y la teoría básica, el budismo abandonó los conceptos y reglamentos no convenientes para las circunstancias del país y propuso una nueva doctrina y modo de cultivación”, concretó el profesor Lou al hablar sobre Huineng (638-713), sexto patriarca de la escuela budista Chanzong, quien hizo grandes contribuciones orientando el budismo hacia el confucianismo y promoviendo la conclusión de la nacionalización del budismo. Fue él quien rompió la autoridad del fundador Sakyamuni y abogó porque todas las vidas tuviesen conciencia sobre el budismo, es decir, cualquiera podía convertirse en buda, lo cual coincide con la teoría confuciana de que “todos pueden devenir Yao y Shun, emperadores legendarios”.
También el maestro Huineng se pronunció porque los seguidores budistas pudieran convertirse en budas sin tener que recitar sutras ni observar otras ceremonias rituales, siempre que llevaran el credo en su corazón. Este pensamiento no sólo satisfizo la demanda de los gobernadores de alto nivel y de los intelectuales, también ofreció gran facilidad a los creyentes de posición social baja. Huineng dedicó muchos esfuerzos a reconciliarse con la ética confuciana de la “piedad filial”. Al superar esas barreras culturales, el budismo se prosperó tanto en la construcción de templos como en el crecimiento del número de fieles, y logró popularizarse y extenderse rápidamente en China.
“Los intelectuales chinos poseen el carácter secular confuciano y, al mismo tiempo, optan por el naturalismo como actitud ante la vida. Cuando se encuentran con reveses en la vida real, renuncian al mundo temporalmente, aunque sea más bien mental que físicamente. Precisamente el budismo corresponde a esta demanda espiritual de los intelectuales, elevando su reino mental a un nivel superior, sin aislarse físicamente del mundo real”, dijo Fang Litian, director del Instituto para el Estudio del Budismo y Teoría de la Religión de la Universidad del Pueblo de China. “Es un arte de vida que la sabiduría del budismo ha concedido a los eruditos”. Luego de medio siglo estudiando el budismo, Fang tiene sus propias opiniones sobre esta religión. El budismo fue muy popular entre los funcionarios eruditos en tiempos de dinásticos y ayudaba al pueblo chino mantener el equilibrio psicológico, incluso en situaciones difíciles. De esta manera, es un complemento necesario de la laicidad.
Durante sus más de 2.000 años de existencia en China, el budismo ha proporcionado una nueva fuerza de vida a la “cultura confuciana”. Según su punto de vista, la muerte no es tal, sino que la persona pasa al sukhavati, el mundo de suprema felicidad, complementación favorable para el confucianismo, que teme a la muerte. Cada día aumenta el número de estudiosos que creen que el nacimiento de las doctrinas confucianas de las dinastías Song y Ming se valió de la teoría Chanzong del budismo.
Además, en las obras maestras de la literatura y arte chinos, se ha conservado una considerable cantidad de esencias budistas. A medida que se desarrollan y popularizan la recitación de sutras, los “cuatro tonos” de la India devienen criterio básico de la fonética del idioma chino.
Después de arrodillarse fielmente en todos los palacios del Templo Guanghua, Yu Hai, de 48 años, que trabaja en una compañía extranjera, afirmó que “lo más importante es percatarse de lo espiritual, con lo cual podemos guiar nuestra propia vida”.