Emei fue primero una montaña taoísta después transformada al budismo. En el climax religioso, 150 templos estaban esparcidos a través de sus laderas y valles, construídos a manera de que estuvieran de acuerdo con el entorno natural. Ahora sólo quedan veinte.
Usualmente, el primer templo que uno encuentra es el monasterio de Baoguo, ubicado al pie de la montaña y rodeado por exquisitos jardínes. El monasterio de Wannian es el más viejo y está dedicado a una deidad que se encuentra de pie sobre la espalda de un elefante blanco. El templo de Qingyin se encuentra sobre una base irregular en un terreno estrecho entre la delta del río Dragón Negro y el río Dragón Blanco.
Más alla de los exquisitos paisajes de los templos yace un mundo de flora y fauna tan rico que los amantes de la naturaleza tomarían más de los típicos tres días de la visita turística para descubrir las bellezas del monte Emei. Cerca de un décimo de todas las plantas que crecen en China y más de un tercio de aquellas que crecen en Sichuan pueden ser encontradas en esta región.