Durante la época feudal, el monte Taishan tuvo un significado simbólico muy peculiar. A lo largo de 3 mil años, los emperadores le presentaron personalmente ofrendas y sacrificios.
En la cultura tradicional china, esta montaña simbolizaba el cielo y la encarnación del dios. Ello se debe a que se encuentra en el extremo oriental de China, donde sale el sol, es decir, el afortunado lugar en el que surgen todas las cosas y seres del mundo. Para demostrar el carácter divino de su derecho a gobernar, los emperadores se acercaban a la cumbre de Taishan y ofrecían sacrificios al cielo y la tierra. Es lo que se conoce como ritos de veneración del cielo y la tierra en el monte Taishan. Según los documentos históricos, a comienzos de la dinastía Qing (221 años de antes de nuestra era) 72 soberanos realizaron dichos ritos. Entre los emperadores que a lo largo de la historia de China vinieron hasta aquí para celebrar estos ritos los más conocidos son Qinshihuang, de la dinastía Qin, y Hanwudi, de la dinastía Han. A raíz de la celebración de tales ritos, la montaña adquirió un carácter divino y pasó a simbolizar la estabilidad social, la solidez del gobierno, la prosperidad del Estado y la unidad de todas las etnias del país. De ahí surgió la creencia de que "la paz de Taishan representa la paz de todo el país".
La celebración de ritos y ceremonias propició la construcción de templos, el tallado de esculturas de divinidades y la grabación de inscripciones por toda la montaña. Fueron muchos los artistas y personajes cultos que la visitaron y dejaron en ella innumerables obras y caligrafías inmortales. Taishan se convirtió así en un impresionante repositorio de nuestro acervo cultural. Según estadísticas todavía incompletas, actualmente hay aquí cerca de 100 ruinas y más de 20 complejos de construcciones antiguas, por lo que esta montaña ofrece datos de primera mano para el estudio de la antigua arquitectura china. En este sentido cabe destacar uno de los "Tres Palacios de China": el Salón del Cielo del Templo de Daimiao, o Templo de Taishan, capaz de rivalizar con el Palacio Imperial de Beijing. Esta montaña constituye además un incomparable museo de la caligrafía y la escultura en piedra de China. Talladas sobre rocas y lápidas, y repartidas entre más de 2.000 puntos, estas obras son las más numerosas y las mejor conservadas de las existentes en las cinco montañas más famosas del país.
Lo que mejor define Taishan es la feliz integración de las manifestaciones de una rica cultura milenaria y el vigoroso y magnífico paisaje natural. Se trata de un tipo de belleza muy poco frecuente, tanto en China como en el resto del mundo.
Tras efectuar una visita de investigación, un experto de la Comisión del Patrimonio Mundial de la Unesco le dedicó estos elogiosos comentarios: "Los lugares inscritos en el Patrimonio Mundial suelen destacar bien por su belleza natural, bien por su valor cultural; pero hay muy pocos que, como el monte Taishan, reúnan en sí estas dos facetas. Eso significa que con este lugar China hace una aportación excepcional al patrimonio de la Humanidad". En 1987, la Unesco incluyó esta montaña entre los 9 grandes patrimonios naturales y culturales.
(11/09/2007, CRI)