Tras el descanso, Italia no tiró la toalla y salió en busca de la remontada. Aumentó la intensidad, ejerció un mayor dominio del balón y comenzó a generar ocasiones ante una España un poco más replegada. Di Natale, que había sustituido a un inefectivo Cassano, puso en apuros en más de una ocasión a Casillas y Balotelli, el héroe que llevó a la azurra a la final, lo intentó sin éxito desde todas las distancias.
Cinco minutos después de entrar a la cancha, en sustitución de Montolivo (min. 56), Motta sufrió una lesión muscular que dejó en clara desventaja a los suyos. El resto del encuentro España lo dominó con más facilidad y asedió con más frecuencia la portería de Buffon, hasta que Torres, que entró en el minuto 75 por Cesc, puso el tercero, después que el balón pasara nuevamente por las botas mágicas de Xavi.
Casi a punto del final, pudo Torres marcar el cuarto y erigirse máximo goleador de la Eurocopa, pero prefirió dejársela a su compañero Mata, que hacía apenas un minuto había sustituido a Iniesta (min. 87), para que España consiguiera la goleada ante de una de las selecciones con más pedigrí en el mundo del fútbol, a la que para hacer más grande su mérito, nunca había derrotado en un torneo oficial.