Un tanto de Leo Messi de penalti en el minuto 90 dio un triunfo engañoso a la selección argentina en su duelo con Portugal. El combinado luso puso el juego en un choque lleno de ocasiones y que equilibró tras el tanto de Di María con un gol de Cristiano Ronaldo. Después, cuando ambos firmaban el empate, apareció Messi para decidir desde los once metros.
La 'pulga' marcó esas diferencias reclamadas por el entorno de la albiceleste pero volvió a poner de relieve que el problema no es suyo, sino de lo que hay alrededor. Que es, por cierto, mucho menos consistente de lo que rodea a Cristiano Ronaldo en Portugal. Hoy mucho más equilibrada y con mayores argumentos que los de Batista.
El seleccionador argentino apostó por un mediocampo con un doble pivote defensivo con Mascherano y Cambiasso para otorgar la batuta a Banega. El jugador del Valencia hace tiempo que dejó de ser ese futbolista trascendente en la creación. Su habilidad para ausentarse se manifestó, una vez más, y Messi tuvo que arrancar veinte metros más atrás de lo que debería y desarrollar funciones que no le corresponden.