Admirado por ser tibetano
Luego de llegar a Beijing, Wen Quan, en medio de numerosas personas de etnias han y otras, no sintió ningún privilegio, complejo de inferioridad y menos aún discriminación. En cambio, disfrutó realmente de sinceros afectos y preocupaciones provenientes de sus alrededores.
En años recientes, la cultura tibetana se ha divulgado ampliamente y todo el mundo la considera como una moda. Una vez que muchas personas se enteraron de que Wen es tibetano, le mostraron intimidad y admiración. Ellas creen que el Tíbet posee lindos paisajes naturales, ambiente especialmente limpio en áreas de pastoreo y habitantes sencillos, honestos, bondadosos y románticos. Desde luego, Wen es una persona llena de romanticismo.
Religión, sustento espiritual de los tibetanos
Debido a que las condiciones naturales de las áreas tibetanas son muy duras, la gente requiere un respaldo psicológico extremadamente poderoso para vivir allí, razón por la cual la religión se ha convertido en su sustento espiritual. La devoción de los tibetanos por la religión no se limita a lo superficial, sino que brota de lo hondo de su corazón. La religión es plenamente fusionada con su vida cotidiana.
Los tibetanos envían activamente a sus hijos a los monasterios con la esperanza de que algún miembro de su familia aporte contribuciones al budismo y lo consideran como un honor.
Wen explicó que el que el budismo cunda tan ampliamente en las áreas habitadas por tibetanos no parte de las necesidades políticas, sino que tiene razones históricas. Dalai fue canonizado hace varios centenios por el emperador Shunzhi (1644-1662) de la dinastía Qing y Bainqen, canonizado unos 50 años después por el emperador Kangxi (1662-1723). Posteriormente, los Dalai y los Bainqen fueron recíprocamente maestros y discípulos, es decir, el Dalai (o Banqen) de menor edad reconocía al Banqen (o Dalai) de mayor edad por maestro. El XIV Dalai Lama fue recibido por el Presidente Mao Zedong y el Primer Ministro Zhou Enlai del Gobierno Central de la Nueva China. Durante cientos de años, los tibetanos siempre han abrigado tales sentimientos por la religión, que se han convertido en una costumbre tradicional.