David Blandford, profesor de economía agrícola y medioambiental de la Universidad Estatal de Pensilvania, en Estados Unidos, señala que un sistema saneado de cereales posee tres factores principales: inversión en la investigación y el desarrollo de la agricultura, construcción de infraestructuras y mecanismos de cotización de los cereales. “China ha conseguido notables éxitos en estos tres aspectos.”
La nueva meta planteada por el Gobierno chino es aumentar la capacidad integral de producción de cereales a 540 millones de toneladas en 2020 y duplicar así el ingreso neto anual de los campesinos con respecto al actual.
A fin de alcanzar esta meta, China gastó en 2007 un 30,3% de fondos más que en 2006 en la agricultura, el campo y el campesinado. Este porcentaje ascendió en 2008 a 37,9% y se estima que este año será de 20,2%.
Un reportaje del periódico británico “Financial Times”, publicado en abril pasado, indicaba que la producción agrícola de China enfrenta aún serios desafíos. “A corto plazo, la escasez de agua, la erosión del suelo fértil y la amortiguación del aumento de la productividad agrícola constituirán los problemas clave. A la larga, el cambio climático ejercerá una influencia de suma importancia.”
Desde hace mucho, el Gobierno chino es consciente de esta situación y ha estado preparándose. En noviembre de 2008, promulgó el “Programa esquemático para la seguridad alimentaria a medio y largo plazo”, enumerando detalladamente los problemas para el futuro crecimiento agrícola, que incluye el equilibrio intenso prolongado entre demanda y oferta de cereales, el déficit en la importación y exportación de productos agrícolas, la creciente expansión de la importación de soja y algodón y el alza vertiginosa de los precios de los principales productos agrícolas y de actividades secundarias.
Hoy día, la ingesta nutricional per cápita de los chinos está por encima del nivel promedio mundial y la población pobre rural ha disminuido de 250 millones en 1978 a 14,79 millones. China es uno de los pocos países del mundo que acusan una reducción de sus habitantes pobres. En una conferencia de prensa celebrada en mayo pasado, Henke - Jan Brinkmann, asesor de alto nivel en políticas económicas del Programa Mundial de Alimentos, dijo francamente que China es un “ejemplo digno” en la eliminación de la pobreza y el hambre.
Durante varios decenios, algunos países en desarrollo, influenciados por la política de mercado libre de cereales, fomentada por los países occidentales y algunas organizaciones internacionales, subestimaron e incluso abandonaron la producción de cereales por la de cultivos industriales. Como consecuencia, su seguridad alimentaria está sujeta a otros. Ahora, ellos desean aprender de las experiencias chinas para revitalizar su propia agricultura.
En la 13ª cumbre de la Unión Africana, celebrada en julio de este año, el subsecretario general de Asuntos Presidenciales de Malí, Baba Belt, manifestó que “Malí está convencido de que los países africanos pueden inspirarse en el ejemplo de las experiencias de China.” Su punto de vista es compartido por muchos especialistas africanos. Un informe reciente de la Fundación Africana de Tecnología Agrícola indica que la prosperidad agrícola de China ha proporcionado “enseñanzas a ¨África”.
En la actualidad, China ha construido o está construyendo más de 20 centros ejemplares de tecnología agrícola en el extranjero y ha decidido duplicar el número de especialistas y técnicos agrícolas enviados al exterior. Las semillas del autoabastecimiento de cereales sembrada por China están echando raíces y brotan en otros países en desarrollo.