“Si los chinos no pudieran alimentarse a sí mismos, causarían hambruna a todo el mundo”. Hace algunos años, los países occidentales sentían gran inquietud por el autoabastecimiento de cereales de China. Los hechos de hoy han corroborado que China no sólo ha sabido sustentar a su pueblo, sino que también ha ayudado al mundo.
En los 60 años desde la fundación de la República Popular, el pueblo chino ha puesto fin a la escasez alimentaria, registrando durante muchos años una tasa de autoabastecimiento de cereales superior al 95%. En 2007, el ingreso neto per cápita de los campesinos subió a 4.140 yuanes, quintuplicando el de 1978. En 2008, la producción total de cereales alcanzó a 525 millones de toneladas, contra 113 millones en 1949.
Hoy, China no sólo ha superado su historial como país receptor de cereales, sino que se ha convertido en país abastecedor de los mismos y figura en primera fila a nivel mundial en este sentido.
Según estadísticas incompletas del Programa Mundial de Alimentos, en 2005, año en que China dejó de ser un país receptor de cereales, el gigante asiático donó 577.000 toneladas de cereales a otros países, sólo por detrás de Estados Unidos y la Unión Europea.
Fang Cheng, economista de la FAO, la institución de la ONU para la alimentación, aprecia altamente los éxitos logrados por China: “China ha saltado del hambre y la pobreza en 1949 a un actual nivel de vida modestamente acomodado, imprimiendo cambios titánicos indudables.” Considera que este éxito se debe a la política del gobierno para con la agricultura, el campo y el campesinado. Las políticas y medidas positivas han impulsado la inversión pública y el progreso tecnológico.
Pongamos el rendimiento por hectárea de tres tipos de cereales principales como ejemplo. En el período 1961-2007, la producción de maíz se elevó de 1,18 a 5,15 toneladas; la de arroz, de 2 a 6,43 toneladas, y la de trigo, de 0,56 a 4,61 toneladas.