R: Después de fundada, la Nueva China tomó el modelo soviético como referencia para implantar el sistema centralizado y unificado de economía planificada, el cual desempeñó un importante papel en las condiciones históricas de su tiempo. No obstante, conforme se expandía la magnitud de la economía y se volvían complicados los lazos económicos, el mal de este sistema por su excesiva unificación y rigidez se fue revelando, lo cual, añadido al excesivo igualitarismo en la distribución del ingreso y la imposibilidad de poner en juego las fuerzas productivas como es debido, resultó en la carencia de medios de producción y el pobre mejoramiento de la vida del pueblo, y consecuentemente entorpeció el desarrollo de las fuerzas productivas. Esta situación nos obligó a emprender la reforma sin otra alternativa.
Después de la III Sesión Plenaria del XI Comité Central del Partido, fuimos comprendiendo que China se halla precisamente en la etapa primaria del socialismo, y que en esta etapa la tarea fundamental consiste en desarrollar las fuerzas productivas, robustecer el poderío nacional integral de nuestro país socialista y mejorar incesantemente la vida del pueblo. En los veinte a treinta años posteriores a la fundación de la Nueva China, recorrimos una curva inútil debido a nuestra comprensión torcida de este problema. Por esencia y objetivo, la reforma y la apertura se dedican a reformar radicalmente el sistema económico que sojuzgaba el desarrollo de las fuerzas productivas de China, establecer un sistema de economía de mercado socialista pleno de vigor y vida y, al mismo tiempo, reformar de manera correspondiente el sistema político y otros sistemas, para así poner plenamente de manifiesto la superioridad del socialismo en lo político, lo económico y otros ámbitos.
En comparación con las reformas de otros países, China se ha fijado la reforma partiendo enteramente de sus propias condiciones nacionales. Desde 1978, año en que empezó la reforma económica, a esta parte, se ha adoptado un modo de reforma progresiva, y generalmente el esfuerzo se ha desplegado de lo fácil a lo difícil y en forma ordenada. La reforma comenzó por las zonas rurales, y luego pasó de éstas a las urbanas y del litoral al interior del país, y de la economía a la política, la cultura, la ciencia y tecnología, la educación y demás dominios, cual si fuera una gigantesca marejada rodante de la primavera, emancipando enormemente las fuerzas productivas sociales e impulsando el progreso social en todos los sentidos.
Mientras la reforma inyecta un mayor vigor a China, la economía nacional ha mostrado una tendencia de crecimiento acelerado en la producción industrial, la inversión, la importación y exportación y la captación de la inversión foránea, y en los veintisiete años pasados ha mantenido un elevado promedio de incremento anual superior al 9%, creando un milagro en la historia de la economía mundial. Esta velocidad de desarrollo económico ha robustecido el poderío nacional integral del país y ha elevado considerablemente el nivel de vida del pueblo, lo cual no solamente ha solucionado el problema de ropa y alimentación de sus más de 1.000 millones de habitantes, sino que también ha llevado a éstos a una vida modestamente acomodada en su conjunto. Para un país como China con una quinta parte de la población mundial, la reforma ha permitido a las masas populares disfrutar en mayor medida de los logros del incremento económico.
La práctica realizada en los últimos más de veinte años muestra que la política de reforma y apertura, además de permitir al sistema socialista de China continuar manteniendo su pujante vitalidad, ha puesto en pleno juego la superioridad del socialismo, y que la reforma es el justo camino que llevará a la China socialista a la fortaleza de la nación y la prosperidad del pueblo.
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