Para apoyar a su hija, el padre pidió prestado un reproductor de DVD a un amigo y compró varios discos con lecciones de baile en los puestos de los vendedores. Para la pequeña, la tele es su maestro iluminador.

Un año después, la familia se apretó el cinturón y envió a Yao Qifeng al centro de arte, donde no tenía más bien que un par de zapatillas abandonadas por una compañera.

Tras un año de entretenimiento minucioso y arduo, Yao obtuvo su primer certificado de ballet para niños (el correspondiente al cuarto nivel), que toma al menos tres años conseguir.

Pero desafortunadamente, la chica ha decidido reanudar su aprendizaje a través de la televisión, en lugar de acudir a un centro de enseñanza, por el elevado costo de la matrícula.

Para proteger a su hija de una posible lesión, el padre ha traído a casa una antigua alfombra de nylon y cada noche la extiende bajo la lámpara de la calle, de modo que Yao Qifeng pueda practicar en un escenario abierto.

“Aprovechamos las luces de la ciudad para atraer la atención y los transeúntes son nuestra audiencia. Espero que le guste”, señaló el padre.

Yao Qifeng remienda su zapatilla de ballet.[Fotografíada el día 13 de octubre de 2010 por el periódico local Metropolitan Huaxi]

Yao Qifeng ve a sus compañeras practicando el ballet en un centro de danza.[Fotografiada el día 13 de octubre de 2010 por el periódico loca  Metropolitan Huaxi ]