Los años 70: Los cines al aire libre
Los años setenta estuvieron dominados por los Ocho Modelos de Obras Teatrales y por los cines al aire libre. “Todos los que experimentaron ese periodo pueden tararear sin excepción las Óperas Modelo de Pekín” dice Lu Shouyi, de 73 años, "las óperas de tema revolucionario se convirtieron después en películas, se escuchaban en la radio y se anunciaban en carteles por todas partes. Las veíamos y oíamos cada día”. Estas óperas empezaron a representarse hacia mediados o finales de los 60, eran un producto de la revolución cultural. Se reformó la ópera pekinesa tradicional mediante los recursos del arte dramático moderno, adoptando decorados, accesorios y disfraces llenos de realismo, y usando orquestas sinfónicas en lugar de los instrumentos musicales tradicionales.
Los cines al aire libre aparecieron a principios de los 50, pero no eran el entretenimiento más popular. Sin embargo, durante la Revolución Cultural, cuando se suspendieron todas las demás actividades recreativas, las películas al aire libre movilizaban a grandes masas de gente.
“Las películas al aire libre eran gratuitas. En las ciudades, las proyecciones se hacían en campos de deporte o en comedores comunales, mientras que en el campo se hacían en los campos donde se trillaba el grano. Después de cenar, la gente iba con sus hijos llevando sus propios taburetes y esforzándose por conseguir un buen lugar, ya que los que llegaban tarde tenían que sentarse en el suelo o permanecer de pie con los niños sobre los hombros. En los mejores lugares había salas de proyección, mientras que en los pueblos más apartados se conseguía la energía necesaria para las proyecciones mediante bicicletas que al pedalearse generaban electricidad”, comenta Zhang Yiwu, un profesor de la Universidad de Beijing. Asistir a estas proyecciones era tanto una actividad cultural como social, y esencialmente una reunión de vecinos. Del mismo modo que los cines de otras partes del mundo, también proporcionaban una buena oportunidad para los jóvenes de encontrar pareja.
Proyección de cine al aire libre
Después de que se diera por concluida la Revolución Cultural en 1976, algunas películas que habían sido prohibidas se volvieron a proyectar ante el público, iniciando una nueva fiebre por este tipo de proyecciones. La gente tuvo acceso a cine de diferentes estilos y países, incluyendo las películas de Hollywood.
Muchos de los que crecieron en los años sesenta y setenta siguen profesando sentimientos especiales hacia las proyecciones de cine al aire libre. Yu, un trabajador de los medios de comunicación en la cuarentena, dice que “recuerdo que antes de que la película principal se proyectara, se emitía un noticiario de contenido político o bien un documental sobre temas de agricultura o ciencia. Fueron estas pequeñas proyecciones las que dejaron una impresión más profunda en mí, ya que fueron la primera educación científica que tuve.”
Los años 80: La televisión se convierte en un aparato doméstico
Siguiendo la tendencia iniciada por la reforma y la apertura, la vida nocturna se diversificó de forma significativa en los años ochenta. Empezó a ser común entre los jóvenes que habían sido privados de la educación universitaria durante la Revolución Cultural seguir las clases de la Universidad a Distancia a través de la televisión, o en escuelas nocturnas. Escuchar la radio fue también un entretenimiento nocturno para los amantes del inglés que sentían curiosidad por el mundo exterior y que se escondían para sintonizar la Voz de América, ya que escuchar emisoras extranjeras aún era una actividad considerada como traición.
Ir a los parques con la pareja era también una actividad frecuente. “Por las tardes los parques estaban llenos de parejas, que no tenían ningún otro lugar al que ir. Ahora la gente puede escoger, hay cafeterías, discotecas y casas de té, pero en aquellos días no se encontraba ningún asiento libre en los parques. Se dice que en el Bund de Shanghai cada banco estaba ocupado por dos parejas, que se abrazaban y besaban en público. Por eso, solicité que se crearan lugares para que los jóvenes pudieran hacer estas cosas” dice Wang Meng, antiguo Ministro de Cultura.
La llegada y expansión de la televisión cambió totalmente la vida nocturna en los ochenta. En 1966, cuando los Estados Unidos entraban en la “era de la televisión en color”, la China continental contaba con tan sólo 12,000 aparatos de televisión, todos ellos en blanco y negro. Durante mucho tiempo, la televisión fue considerada como un objeto de lujo y sólo los lugares de trabajo y unas pocas familias las tenían. Incluso en los años ochenta, se requerían cupones para su adquisición, por lo que incluso tener el dinero para ello no garantizaba poder comprar una. Una excepción eran aquellos que habían ido al extranjero, ya que tenían permitido comprar aparatos eléctricos importados, como neveras, televisiones en color y lavadoras, mediante el uso de certificados de intercambio con el extranjero.
“A principios de los ochenta, la escuela primaria de nuestro pueblo instaló la primera televisión en blanco y negro del pueblo, causando una gran sensación. Cada día, después de la cena, la gente se reunía en la escuela para ver la televisión. Sólo había dos canales, pero todo el mundo estaba fascinado. La gente incluso podía recitar los anuncios” dice He Juncheng, que creció en un pueblo de Weihai, en la provincia de Shandong.
“A pesar de que la señal era pobre en aquella época, lo que provocaba imágenes borrosas y llenas de sombras, los televidentes compartían el trabajo de captar la mejor imagen. Uno salía a girar el palo que sostenía la antena para encontrar la mejor posición, mientras que otro dentro daba instrucciones y un tercero le daba vueltas al dial hasta que se daba con la mejor imagen”, continúa He.
En los noventa, se instaló en el pueblo la televisión por cable, que tenía muchos más canales y ningún problema de recepción de la frecuencia. Ahora, prácticamente todas las familias tienen una televisión propia, por lo que los casos de familias que se reúnen para ver la televisión disminuyeron hasta casi desaparecer.