Es más fácil dicho que hecho. Y una de las cosas más fáciles en el foro del ambiente global de hoy es culpar a éste o aquel país para su registro de emisión.
Habiendo criticado a los propios problemas de China, éste columnista cree que tiene el derecho de aconsejar a la próxima Conferencia del Cambio Climático de la ONU en Bali, la cual comenzará la próxima semana, que se centren en los verdaderos asuntos y soluciones en vez de dejar que personas que se dedican a difundir temores, predicadores de ideologías, y aquellos que odian a extranjeros apropiarse del escenario.
Desde 1750, como indica claramente el IPCC (el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático comisionado por la ONU), las actividades humanas han creado la crisis ambiental al que nos enfrentamos en la actualidad. Incluso con un nivel de educación mínima, la gente debería saber lo que eso significa.
No ayuda mucho decir que éste o aquel país no ha hecho lo suficiente. Cuando el problema aún esté allí y amenazando a todo el mundo en la Tierra, ¿quién tendrá el derecho de culpar a los demás?
Una de las cosas que el panel de científicos no señala es que entre los países que se esfuerzan al máximo en la protección ambiental, la mayoría importan bienes, y al mismo tiempo, tienen intereses de inversión en los tipos de actividades que el mundo ha conocido desde la revolución industrial.
Desde su agenda política, ninguno de los países con el mejor registro está dispuesto a volver a una completa independencia. ¿Cómo verá esto una persona cínica? ¿Qué justicia hay cuando la gente que en galerías comerciales impulsados por el viento compran importaciones baratas de países donde la estufas de carbón o ventiladores eléctricos con un lujo – se quejan sobre la contaminación de dichos países?
¿Qué justicia hay cuando los países que dependen de las importaciones baratas mientras aumentan las emisiones del gas invernadero, culpan a las nuevas economías de mercado que han disminuido sus emisiones?
Se han realizado muchos informes de prensa sobre cómo durante el año pasado, la mayoría de las provincias chinas no pudieron satisfacer sus objetivos de reducción de emisiones – con la excepción de la municipalidad de Beijing.
No obstante, sólo se centraron en los términos porcentuales, mientras que en términos reales, la Provincia de Guangdong en la costa sureña, lugar donde también originan la mayoría de las exportaciones chinas, fue el emisor más bajo de entre todas las provincias.
Ese sólo fue el primer año que China informó de las emisiones según la provincia en un programa de cinco años con el objetivo de disminuir la emisión en un 20% para toda la economía. Además, el fracaso en el primer año no significa que el entero programa esté fuera de salvación.
La verdad es que en el programa de cinco años, la mayoría de las provincias lograron disminuir su uso de energía y reducir las emisiones pero no alcanzaron los objetivos. En algunas de las provincias, existen muchas personas que no se pueden permitir la calefacción en invierno y el aire acondicionado en verano. Algunos no tienen acceso a una red eléctrica, llevando un estilo de vida no muy diferente a la de hace varios siglos. Cada poquito de sus esfuerzos en autocontrol debería de ser apreciado.
Por otra parte, en algunos países ricos donde la gente siempre critican a los contaminadores, sus propias emisiones no han mostrado señales de disminución.