Dobló los dedos índice y del medio hacia Qian Long y tocó la mesa ligeramente dos veces, a guisa de reverencia, como si el propio súbdito fuera quien se arrodillara y tocara el suelo con la frente. Eso agradó mucho a Qian Long, que en voz baja hizo el elogio. De allí en adelante comenzó a popularizarse este protocolo entre el pueblo, como expresión de respeto y agradecimiento.
Siendo experto del té, Qian Long sabía naturalmente la relación entre el té y el agua. Para ello tomaba en cuenta la máxima de los antiguos: “La calidad del té no se puede distinguir bien sin un agua buena. Si se prepara un té de calidad media con agua muy purificada, el sabor del té será excelente. Pero si prepara un té de la mejor calidad con agua ordinaria, éste no pasará de tener un sabor ordinario”. Eso lo han sabido casi todos los bebedores del té, incluyendo a Qian Long.