Las formas de estos adornos, su artesanía, materiales y el número de ellos que la mujer lucía en su cabellera denotaban su rango social. El protocolo de la sociedad antigua definía el estilo de adornos que las mujeres debían lucir en ocasiones formales, como bodas o ceremonias de la Corte Imperial.
El tocado ‘buyao’ era un refinado ornamento para el cabello llevado por la nobleza. A menudo, llevaba incrustaciones de joyas y grabados, pero su principal característica eran los pendientes, que se contoneaban enmarcando el rostro de la portadora mientras ésta caminaba, de ahí el nombre ‘buyao’ que significa, literalmente, ‘agitarse al moverse’. Este tipo de adornos estaban hechos en general de oro y presentaban forma de dragón o fénix decorados con perlas y jade.
Otros adornos que engalanaban las cabelleras de las mujeres adineradas tenían forma de flores doradas, incrustadas con joyas en forma de flores o animales.
Los pájaros y las bestias eran motivos decorativos muy comunes por su significado propicio, como el dragón, el fénix, la grulla, el ciervo o los doce animales del zodiaco chino. El ciervo era considerado un animal auspicioso por que su nombre en mandarín, ‘lu’ suena como el número seis, ‘liu’, que es el número del éxito. Las horquillas en forma de pato mandarín eran símbolo de felicidad conyugal. También había flores y árboles frutales: las peonías, lotos, ciruelos, guayabas y asfódelos. Cinco pétalos en una flor de ciruelo representan bendiciones, alto salario, longevidad, suerte y riqueza.
Otros motivos auspiciosos eran los instrumentos musicales, piezas de ajedrez, escritura o utensilios de pintura y caligrafía china (pincel, tinta, papel y tintero).
Pero estos complementos para el cabello eran algo más que un adorno para las mujeres chinas de la antigüedad. Existía una ceremonia por la que se hacía entrega de una horquilla para el pelo a las jóvenes al llegar a la edad de 15 años, un rito que marcaba la puesta de largo de la muchacha, que alcanzaba así su edad casadera.
Estos adornos también constituían una prenda de amor. En la antigüedad, los amantes chinos, al separarse, se entregaban una pinza del pelo; cada uno conservaba consigo una parte hasta que volvieran a reencontrarse.