Para la elaboración de estos cuadros, el artesano cuenta con herramientas especiales: el pincel es una cuchara de bronce con un mango largo, y la materia prima el azúcar de malta hervido en una olla. Al empezar la obra, el artesano saca una cucharada del jarabe caliente y la inclina hacia adelante. Entonces mueve suavemente el brazo, ligeramente la muñeca, y el jarabe pegajoso y caliente cae en la tabla de mármol lentamente formando un hilo muy fino. Poco después, con los lentos y rápidos movimientos combinados de la cuchara, nacen las deseadas figuras. Unos minutos después, el jarabe en la tabla se enfría y se seca, por lo que es imposible ya hacer ninguna modificación en el dibujo. Entonces el artesano pega al caramelo un palito de bambú y lo cubre con un papel de plástico transparente que le permite levantar el cuadro de la piedra. Además, todo este proceso creativo no dura más de dos o tres minutos.
Un simple caramelo, aunque envuelto en un papel extraordinariamente bonito, no es probablemente tan atractivo para los compradores. Sin embargo, las pinturas de caramelo, además de un dulce, son también un juguete y una obra de arte. Aunque se puede comer el cuadro de azúcar, muy pocos niños lo hacen a menos que el cuadro se rompa durante sus juegos. También hay algunos clientes que prefieren pedir directamente al artesano que cree el cuadro de azúcar preferido, y en este caso, se fijan los precios según las técnicas y los tamaños de la figura.