Como resultado de los contactos con las regiones occidentales, la influencia de la vestimenta de otros pueblos sobre la corte de los Tang también refleja los cambios que se produjeron en la mentalidad y a nivel conceptual. Durante siglos, el antiguo código ético confuciano, de carácter feudal, aplicó a las mujeres chinas serias restricciones. El estatus social de las mujeres en la antigüedad era muy bajo; a menudo, servían como “jileren” (música), “guanji” (para actuaciones oficiales), “gongji” (para actuaciones en palacio) y “jiaji” (para actuaciones familiares), y, se les consideraba como objetos o bienes que los ricos podían vender y comprar.
Durante la dinastía Tang, algunas mujeres poseían un espíritu rebelde y se escapaban saltando los muros para ir a contemplar hermosos paisajes o pasear por la naturaleza a caballo en primavera en compañía de hombres. Tal y como está reflejado en algunos registros históricos y pinturas, como “Dama de Guoguo en una salida primaveral”, obra de Zhang Xuan, algunas muchachas incluso vestían ropas masculinas para salir.
Aparte de los materiales comúnmente empleados para fabricar las vestimentas, durante la dinastía Tang había, además, otros métodos especiales para fabricarlas. A la Princesa Anle (princesa Tang, hija menor del emperador Zhongzong) se le ocurrió la brillante idea de vestir una falda hecha completamente con plumas y ordenó a los artesanos imperiales fabricarla para ella. Al parecer, el resultado fue impresionante y la falda resplandecía con diferentes colores de día o de noche y según la perspectiva de quien la observara. La moda se expandió rápidamente y hordas de cazadores se lanzaron en China a atrapar aves --en tal cantidad que, de hecho, la población aviar diezmó desastrosamente, llevando al Divino Emperador a tener que quemar ritualmente la falda original como para poner fin a tal locura.
Como importante elemento cultural, la vestimenta femenina en sus más variadas formas constituye un reflejo de la apertura de miras y la riqueza de la dinastía Tang.