Aunque el celadón dominó la producción durante la dinastía Tang, la porcelana se convirtió en un producto más colorido en las manos de los alfareros de la dinastía Song del Norte, quienes aprendieron a producir una característica laca rojiza, derivada del cobre.
A principios del siglo XII, un horno imperial fue creado para producir piezas de porcelana de colores – principalmente tazones, platos, vasos, jarrones y figuras – exclusivamente para el emperador y la familia imperial. Según los registros históricos, solo se producían 35 piezas por año, ninguna de las cuales fue a dar a colecciones fuera de la corte imperial.
Para el pesar de los expertos en porcelana, no más de 70 piezas producidas por hornos Ruyao aún perduran. Este ‘tesoro’ de Ruyao está distribuido en museos de todo el mundo y cada una de estas piezas puede alcanzar un valor de 10 millones de dólares.