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spanish.china.org.cn | 08. 01. 2013 | Editor: Lety Du [A A A]

Beiji, el ártico chino

Palabras clave: China, turismo, Aldea Ártica, Mohe

Días polares

Llegar a la Aldea Ártica durante el solsticio de verano permite experimentar casi un “día polar”.

El cielo no está iluminado las 24 horas del día durante el solsticio, pero las noches solo duran una o dos horas. Un fenómeno que podría presentarse es el de la aurora, aunque es extremadamente raro. Algunas personas mayores aseguran haberla visto una o dos veces en su vida, mientras que la mayoría de los jóvenes no han tenido esa oportunidad. Yo tenía la esperanza de apreciarla, pero desgraciadamente no tuve suerte.

En mi última mañana desperté a las 2:30 a.m., justo a tiempo para apreciar el amanecer. Ya se oía el canto de los gallos y sentí un poco de pena por ellos. ¿Cómo pueden adaptarse a esas horas de sol tan fluctuantes? La noche anterior esperamos hasta casi la medianoche para tener la oportunidad de fotografiar la Luna. Las nubes encaminaron nuestros planes.

Sin embargo, muy temprano por la mañana, la Luna brillaba. El pueblo aún dormía y el suave murmullo del río era el único sonido que podíamos percibir. La única luz, presumiblemente a cientos de kilómetros a la redonda, era el brillo del satélite natural de la Tierra. El escenario ideal para una gran fotografía.

Después de que tomáramos imágenes de la Luna, comenzó nuestro “día polar”. Caminamos hacia el río, mientras el sol de la mañana despertaba en el Este. Sin embargo, la luz solar se difuminó debido a una fina cortina de niebla que se colocó a baja altura del suelo.

A las 3:30, el sol hizo finalmente su aparición sobre las montañas en el horizonte. Los pescadores estaban ya en la orilla del río. Los transbordadores, atracados a lo largo de un muelle, esperaban a los primeros pasajeros del día. Las siluetas de estos ferries se volvieron más notorias con el sol naciente.

En el pueblo más septentrional de China observé, a una hora muy temprana, la lenta transformación de la noche en día. Hubo un momento en el que el Sol y la Luna brillaban juntos en el cielo, como si se tratase de una ardua competencia entre ellos. Yo sabía quién iba a perder, pero todo seguía siendo muy impresionante.

Es muy importante dejar atrás la ciudad y disfrutar de la increíble belleza de la naturaleza. En ella podemos hacer una pausa, descansar y reflexionar. Las preocupaciones de la vida diaria parecen tan triviales si uno las ve en retrospectiva. En mi opinión, en ninguna parte la reflexión es tan natural como en la “Aldea Ártica de China”.

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